Ayer el BCE publicó las actas de la reunión del 14 de diciembre en las que las autoridades se muestran confiadas en que la inflación está volviendo a alcanzar su objetivo, pero también señalan riesgos que aún justificaban mantener los tipos de interés elevados. En la reunión dejaron los tipos invariados y anticiparon que no habría más subidas, pero también dijeron que era demasiado pronto para discutir una flexibilización de las políticas, incluso cuando los mercados apostaban cada vez más por un inicio de una reversión a principios de primavera.
Por ello, las autoridades también llegaron a la conclusión de que necesitaban contrarrestar las expectativas del mercado de una rápida flexibilización de las políticas, incluso habiendo una incertidumbre inusual en torno a las perspectivas de inflación y crecimiento económico. En los últimos días hemos visto declaraciones de varios miembros del BCE orientadas a enfriar las expectativas de los mercados, aunque ninguno de ellos ponía fecha. Ha sido la su Presidenta la que en una entrevista desde el Foro de Davos ha señalado que “es probable que sea en verano cuando la entidad recorte los tipos de interés, aunque dependerá de los datos, ya que todavía hay un nivel de incertidumbre y algunos indicadores no están en el nivel deseable”. Lagarde señaló que será a finales de primavera cuando el BCE obtenga los datos de los convenios colectivos de este año, lo que podría dar una buena idea de hacia dónde se dirigen los ingresos de los hogares y, por tanto, la inflación.