Cuando la Unión Europea sufrió una crisis de deuda soberana que casi hundió al euro, países de menor peso y endeudados, como Grecia y Portugal, fueron obligados a adoptar drásticas medidas de austeridad. Con otros países se tuvo más paciencia. “Porque es Francia”.
Así explicaba el entonces presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, la decisión de Bruselas en 2016 de dar margen de maniobra al gran miembro fundador de la Unión Europea sobre las normas presupuestarias del bloque. Ahora esta indulgencia puede llegar a su fin si las elecciones anticipadas de Francia dan como resultado un gobierno euroescéptico y de extrema derecha que podría tensar los vínculos con otras capitales europeas. La Agrupación Nacional (RN) insiste en que no hará saltar por los aires el presupuesto francés. Pero persisten las dudas sobre cómo financiaría sus costosos planes de gasto dentro de las nuevas reglas presupuestarias de la eurozona y si el BCE podría intervenir, en el caso de que los mercados financieros se volviesen contra Francia. Estas preocupaciones no están en la agenda oficial de la cumbre de la UE que se celebra hoy, pero con el RN liderando las encuestas en la votación de dos vueltas que comenzará el domingo 30, seguramente estarán en la mente de todos los asistentes.
En estas elecciones hay muchas cosas en juego, incluida la credibilidad fiscal de Francia. El FMI ya ha cuestionado cómo reducirá un déficit presupuestario que ronda el 5,1% este año y su calificación crediticia ha sido rebajada por dos agencias.