Elevada incertidumbre política, en medio de señales de un crecimiento resiliente en Estados Unidos junto con un repunte de las expectativas de inflación crean un entorno muy poco favorable para el mercado de bonos. A medida que en el mercado se habla cada vez más de un aumento al nivel del 5,0%, ayer la rentabilidad de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años alcanzaba un máximo de 14 meses en 4,805%, impulsado por un mercado laboral fuerte y una inflación persistente que debería llevar a la Reserva Federal a hacer una pausa en su ciclo de bajadas de tipos. De hecho, los operadores ya han reducido las expectativas de recortes de tipos de la FED a sólo 25 pb para todo 2025, frente a los cerca de 45 pb previos a los datos de empleo del viernes.
En el tramo corto de la curva, la rentabilidad de la deuda a dos años, sensible a las expectativas de tipos, llegaba a alcanzar el 4,426%, el nivel más alto desde julio. La toma de posesión de Trump será el 20 de enero y todo hace pensar que los inversores seguirán vendiendo bonos del Tesoro y elevando aún más su rentabilidad hasta que haya claridad sobre sus políticas sobre aranceles, recortes de impuestos e inmigración. También ha aumentado la pendiente de la curva, con el diferencial entre los retornos de la deuda a dos y 10 años tocando 48 pb, la brecha más amplia desde mayo de 2022. Los datos de inflación y ventas minoristas que se publicarán esta semana ofrecerán pistas sobre si la fortaleza de la economía estadounidense continúa justificando la venta de bonos del Tesoro.