El cierre parcial de la Administración estadounidense entró ayer en su día 27, sin señales de resolución. Ya es el más largo de todos los cierres que ha habido. El presidente se mantienen firme en la promesa que hizo de construir un muro en la frontera con México, pero su obstinación está amenazando otra promesa de campaña: la de agilizar la normativa para bancos y corporaciones. La administración Trump ha diseñado planes para facilitar las normas bancarias, revisar el gobierno corporativo e impulsar la innovación financiera, lo que generó la esperanza entre ejecutivos de que comenzarían a sentir los beneficios este año. Sin embargo, ahora que los demócratas tienen el control de la Cámara de Representantes y se prevé que la campaña presidencial de 2020 obstaculizará la formulación de políticas, se teme que el cierre limitará aún más la estrecha ventana para que las nuevas normas entren en vigor. Uno de los puntos que más preocupa es que cómo se implementará los cambios en la normativa, aprobados por el Congreso en mayo del pasado año cuando los republicanos eran mayoría, que relajaban las restricciones impuestas a los bancos tras la crisis financiera. Una vez que el gobierno reabra su puerta, el proceso no se puede acelerar fácilmente, más si se tiene en cuenta que mucho de estos cambios se enfrentan a la oposición de grupos de consumidores y cualquier problema en su implementación podría llevarlos a un litigio y retrasarlos indefinidamente.