El presidente del BCE comparecía ayer en la Comisión de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo y lo hacía por última vez como presidente de la institución. Su comparecencia servía para justificar el nuevo plan de estímulo que el banco central aprobó en su última reunión, dibujando un gris panorama económico para la zona euro. “Los datos recientes y los indicadores adelantados, como los nuevos pedidos de exportación en manufactura, no muestran señales convincentes de un repunte del crecimiento en el futuro cercano y el balance de riesgos para las perspectivas de crecimiento sigue inclinado a la baja", dijo Draghi a la Comisión.
De hecho, los datos que ayer se conocían avalan sus palabras y la necesidad de apoyar una economía que se está estancando. En septiembre el crecimiento de las empresas de la zona euro cayó desde 51,9 en agosto a 50,4, la lectura más baja desde mediados de 2013. En Francia se expandió a un ritmo menor del previsto y en Alemania la actividad se contrajo por primera vez en seis años y medio, al profundizarse inesperadamente la recesión de la industria manufacturera y perder gas el crecimiento del sector servicios. Los datos presionaron la rentabilidad del bono alemán a 10 años a -0,59%, su nivel más bajo desde la reunión del BCE el pasado día 12.
Si gris era el panorama que dibuja el presidente del BCE, su futura presidenta señalaba ayer que se espera que los aranceles impuestos por EE.UU. y China reduzcan en un 0,8% el crecimiento económico mundial en 2020, lo que pesa como una "nube grande y oscura en la economía mundial".