Aunque la economía de la zona euro está creciendo al ritmo más alto de una década y el desempleo está alcanzando mínimos de nueve años, esto no se ha traducido en una subida de precios más rápida. De hecho, la inflación de la eurozona en diciembre se ha ralentizado al 1,4% interanual, por debajo de la subida del 1,5% de noviembre. La inflación subyacente se mantuvo estable en el 0,9%, sin cambios respecto a meses anteriores. Con estos datos, no es de extrañar la preocupación que algunos miembros del BCE vienen mostrando en los últimos días ante la fortaleza del euro y sus implicaciones negativas sobre la inflación. Mientras tanto, las expectativas de que la Reserva Federal seguirá endureciendo su política monetaria este año aplanaban ayer la curva de rendimientos de los bonos del Tesoro de EE.UU. a un nuevo mínimo en una década y la rentabilidad a 2 años alcanzaba el 2,047%, su nivel más alto desde septiembre de 2008. Los tramos más cortos de la curva continúan respondiendo a las expectativas de subidas de tipos, pero un panorama de baja inflación está haciendo que en los plazos más alejados no haya reacción. El pasado viernes, un dato de inflación subyacente superior a la esperada incrementó las probabilidades de una subida de tipos en marzo y ahora el mercado prevé más de un 70% de probabilidades de que eso ocurra. El discurso de la Fed es que “siempre que las condiciones financieras continúen lo bastante relajadas, van a seguir adelante con el proceso de normalización monetaria”.