La semana próxima se reúne la FED en una cita clave. Tras haber trazado un claro plan de batalla contra la inflación, ahora debe lidiar con nuevas señales de que el COVID-19 está desacelerando la economía, así como con mercados que anticipan un endurecimiento de las condiciones financieras más rápido de lo que parece prever el banco central. La FED ha sido clara en que los tipos de interés aumentarán este año -en su reunión de diciembre, todos los funcionarios esperaban al menos un aumento de tipos y la mitad preveía tres- y que también reduciría su volumen de activos de 9 billones de dólares como segunda vía para endurecer la política monetaria.
En las últimas semanas, se ha extendido la percepción de que la FED podría utilizar su reunión de la próxima semana para afinar el mensaje de un posible aumento inicial de tipos en marzo, junto una reducción de la hoja de balance para más adelante en el año. Pero el escenario se está complicando. Datos recientes sobre los gastos minoristas fueron decepcionantes, las mediciones de la actividad económica han disminuido y la contratación puede haber caído, en respuesta a la ola masiva de infecciones de coronavirus impulsadas por la variante ómicron. La combinación de datos económicos que empujan en una dirección e inversores en otra podría hacer que la reunión de la FED sea inesperadamente compleja, con las autoridades intentando equilibrar la incertidumbre sobre la actividad con mercados que se ajustan rápidamente en torno a las proyecciones de una posición más agresiva ante la inflación.