La guerra comercial entre las dos principales economías del mundo se sigue intensificando. Si la semana pasada era Estados Unidos el que anunciaba e imponía aranceles sobre bienes chinos por un valor de 200.000 millones de dólares, ayer fue China el que anunció que planea elevar sus aranceles a productos de Estados Unidos valorados en 60.000 millones de dólares, que entrarán en vigor el 1 de junio, y que irán del 5% a 25% aplicándose sobre un total de 5.140 productos.
De forma paralela también aumentan las reacciones. La prensa estatal China dijo que los efectos de las sanciones de Washington son "totalmente controlables" y sostiene que China mantiene la puerta abierta a las negociaciones, aunque no a cualquier precio. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China dijo “Hemos dicho muchas veces que sumar aranceles no resolverá ningún problema (...) Tenemos la confianza y la capacidad de proteger nuestros derechos legales y legítimos".
Desde Estados Unidos, el presidente de la Fed de Boston dice que la economía de Estados Unidos es lo suficientemente fuerte para afrontar los problemas del comercio. Pero también señala que, si los aranceles van a estar altos durante largo tiempo, empezará a crear disrupciones en los patrones de comercio. Dice que no espera recesión económica, pero la economía comenzará a crecer menos en los próximos dos años. Mientras el asesor económico de la Casa Blanca dijo el domingo que hay "muchas posibilidades" de que Trump se reúna con el presidente chino Xi Jinping en la cumbre del G-20 que tendrá lugar a finales de junio.