Más de seis meses después de la celebración del referéndum sobre el Brexit, ayer la primera ministra hizo sus declaraciones más detalladas hasta la fecha sobre el proceso de salida de la Unión Europea. Ante una audiencia de funcionarios y diplomáticos en Lancaster House, una mansión en Londres donde se suelen realizar reuniones internacionales, explicó el significado de la decisión: “el Reino Unido abandonará la Unión Europea y su mercado único de 500 millones de habitantes” y que el Reino Unido “no buscaría un acuerdo que deje al país con una mitad adentro y una mitad afuera de la Unión Europea tras negociar su salida del bloque". Prometió por primera vez que el Parlamento podrá votar sobre el acuerdo final de salida del Reino Unido de la UE, que probablemente se alcanzará en 2019, pero no dijo qué sucedería si el Parlamento rechazara el acuerdo. Afirmó que Gran Bretaña debe recuperar el control de sus leyes y fronteras a la vez que exhortó a la UE a negociar un acuerdo de libre comercio que beneficie a todos. Dijo "no aspiramos a ser miembros del mercado único (…) en cambio, aspiramos al mayor acceso posible a éste a través de un acuerdo de libre comercio nuevo, exhaustivo, audaz y ambicioso". Theresa May rechazó los dos extremos, el "brexit duro" y el "brexit blando" y manifestó que quiere una nueva relación basada en el libre comercio. El proceso todavía no ha comenzado, y desde la UE no se ha producido respuesta a sus palabras.
