Tal y como se esperaba el BCE puso fin ayer a su programa de compra de bonos y señaló que el próximo mes realizará su primera subida de tipos de interés en más de una década, seguida por un incremento potencialmente mayor en septiembre si la inflación no da signos de relajación. Con una inflación en un récord del 8,1% y que sigue acelerándose, el BCE ahora teme que el crecimiento de los precios continúe y pueda transformarse en una espiral de salarios y precios difícil de romper. Aumentará los tipos de interés en 25 pb en julio. Volverá a subir los tipos en septiembre y podría optar por una medida más agresiva con un aumento de 50 pb que sería el mayor incremento en una sola reunión desde junio de 2000. En apoyo de sus argumentos, el BCE ha vuelto a elevar sus previsiones de inflación, que ahora sitúa en el 6,8% este año, frente a la previsión anterior del 5,1%. En 2023, prevé la inflación en el 3,5% y en 2024 en el 2,1%, lo que supone cuatro años consecutivos en que la inflación supera el objetivo del 2%. Aunque el inicio del endurecimiento de la política monetaria ya está fijado, el punto final sigue siendo incierto. Otra cuestión clave es cómo gestionará el BCE la divergencia de los costes de endeudamiento de los distintos Estados miembros. Lagarde dijo ayer que el BCE no permitirá que los costes de endeudamiento de los países más endeudados de la zona euro vuelvan a subir fuertemente. "¡Estamos comprometidos, comprometidos!", declaró. Los países más endeudados, como Italia, España y Grecia, ya han visto cómo los rendimientos de su deuda han subido más que los de Alemania o Francia.