Tras casi una década de bajo crecimiento, aumento del desempleo y pérdida de competitividad, Francia eligió a un presidente que dice tener un plan para sacar al país de sus problemas económicos. El nuevo presidente de 39 años, ex banquero y que renunció a formar parte del anterior gobierno por la frustración con el lento ritmo de reformas económicas, promete entre otras medidas reformar el mercado laboral, simplificar los sistemas tributarios y de pensiones, además de reducir las regulaciones que cree que obstaculizan la innovación. Para poder llevarlas a cabo tendrá que lograr el respaldo parlamentario, y eso dependerá de cómo le vaya a su nuevo partido “En Marche!” en las elecciones legislativas que tendrán lugar en un sistema de dos vueltas el 11 y el 18 de junio, en el que se elegirán los 577 diputados de la Asamblea Nacional. A pesar de la victoria en las elecciones presidenciales, el nuevo partido no tiene garantizado que pueda obtener la mayoría necesaria para poder poner en marcha alguna de sus reformas, e incluso, en el caso de que lograse el respaldo parlamentario suficiente, algunas precisarían de meses, o incluso años, para producir resultados. El programa económico del nuevo presidente, entre otros puntos, dice que no eliminará la controvertida semana laboral de 35 horas, pero tiene previsto abordarla permitiendo a las empresas que negocien con los trabajadores acuerdos sobre las horas de trabajo. Con respecto a las pensiones, no quiere elevar la edad de jubilación de 62 años, aunque si propone hacer reformas en los planes de pensiones. Hay mucho en juego en Francia y en Europa ya que si fracasa en su plan de mayor globalización e integración en la UE, podría tener difícil su reelección dentro de cinco años.