Los 28 líderes de los países de la UE se reunían ayer para negociar quiénes deberían dirigir el bloque en los próximos años y liderar temas claves, que van desde la política monetaria a la inmigración, el Brexit o el comercio. Las probabilidades de que se llegase a un acuerdo eran muy bajas, y se han confirmado. Ya antes de reunirse, Francia y Alemania planteaban dudas sobre un acuerdo inminente. De hecho, no hay ninguna aproximación entre París y Berlin sobre quién debería asumir el poder ejecutivo de la Comisión Europea a finales de este año. Con este panorama, no es de extrañar que el primer ministro de Irlanda dijese al llegar a la cumbre que elegir a un papa sería más fácil.
Mientras tanto, en los mercados, los bancos centrales volvieron ayer a ser los protagonistas de la semana. Entre otros, el turno le tocó al Banco de Inglaterra. Los responsables del banco central votaron unánimemente a favor de mantener los tipos de interés en el 0,75%. Insistieron en su mensaje de que los tipos tendrán que subir de forma limitada y gradual, asumiendo que Reino Unido pueda sortear con éxito las consecuencias de un Brexit sin acuerdo. No obstante, el BoE presentó un panorama más sombrío, en consonancia con otros bancos centrales, y redujo a cero su previsión de crecimiento para el segundo trimestre de 2019.