El pasado 23 de septiembre la primera ministra británica y su ministro de Finanzas anunciaban un nuevo "plan de crecimiento" que recortaría los impuestos y la regulación, financiado con un amplio endeudamiento del Gobierno para sacar a la economía de años de crecimiento estancado. Tras la crisis de confianza en el Gobierno que provocó el anuncio, lo que hizo que el valor de la libra esterlina y los precios de los bonos del Estado se desplomaran y sacudieran los mercados mundiales hasta el punto de que el Banco de Inglaterra tuvo que intervenir para estabilizar el mercado de bonos, ayer el Gobierno se vio obligado a dar marcha atrás y anunció que no se va a proceder a la supresión del tipo impositivo máximo del impuesto sobre la renta. “Hemos escuchado y lo entendemos", apuntaba la primera ministra en un comunicado.
El anuncio coincidió con la publicación de datos de actividad manufacturera, que mostraron que la producción mundial de las fábricas se debilitó en septiembre ya que a la desaceleración de la demanda se sumaron las dificultades por las persistentes presiones sobre los costes y el endurecimiento de la política monetaria, lo que ha reducido las perspectivas de recuperación económica. El PMI del sector manufacturero de S&P Global cayó a su nivel más bajo en 27 meses. El aumento de los costes de la energía hizo saltar las alarmas sobre las perspectivas empresariales en Alemania y la actividad manufacturera se contrajo por tercer mes. En Francia, la actividad se contrajo al ritmo más rápido desde mayo de 2020. La actividad también disminuyó en Taiwán y Malasia, y creció a un ritmo más lento en Japón, India y Vietnam.