"Necesitamos seguir utilizando la inversión extranjera para impulsar más reformas del lado de la oferta y elevar nuestra economía para que alcance el ritmo de la innovación mundial". Así se expresaba ayer el presidente de China, quien señaló que el país acelerará la apertura del mercado y despejará los obstáculos administrativos para alentar la inversión extranjera. Desde hace tiempo, las empresas extranjeras vienen quejándose de la prohibición de China a entrar en sectores estratégicamente importantes, y del requisito de que tengan una participación minoritaria bajo la forma de un proyecto conjunto con firmas locales en los sectores en los que se les permite entrar. El presidente también apuntó que China expandirá las importaciones, mientras mantiene firmes las exportaciones, añadiendo que el Gobierno de Pekín mantendrá el yuan prácticamente estable y su tipo de cambio dentro de un rango "razonable". Sus declaraciones han coincido con el anuncio de que el crecimiento del PIB en el segundo trimestre fue del 6,9%, superando las expectativas, después de que la producción industrial y el consumo hayan mostrado signos de recuperación y la inversión se haya mantenido fuerte. De hecho, la producción de acero aumentó un 5,7% en junio, alcanzado un máximo histórico de 73,23 millones de toneladas. Las cifras seguramente no serán del agrado de la administración estadounidense, que mantiene una disputa comercial con China acusando a Pekín de haber inundado los mercados internacionales con aluminio y acero baratos.