Los mercados siguen mirando con cierto recelo y sospecha a los bancos centrales. El BCE, el Banco de Inglaterra, el Banco de Canadá y el banco central de Noruega en cuestión de días han adoptado una línea monetaria inesperadamente más dura y se espera que los bancos centrales de Suecia y Australia sigan el ejemplo esta semana. Daría la impresión de una cierta coordinación, pero los responsables de los bancos centrales prefieren hablar de comunicación. “Cuanto más podamos hablar unos con otros y comunicarnos con los mercados de manera que no aumente la incertidumbre, mejor, eso ayudaría mucho”, decía el presidente del BCE la semana pasada en Sintra. Algunos agentes del mercado han interpretado estas palabras como un gesto de mayor apertura por parte de Draghi para coordinar las políticas monetarias con otros bancos centrales. No sería la primera vez. A finales de 2008, varios bancos centrales, entre ellos la Fed, el BCE y el Banco Nacional de Suiza, recortaron los tipos de interés de manera coordinada, y en 2011 de nuevo la acción coordinada de bancos centrales del G7 ayudó a estabilizar al yen tras un devastador terremoto. Ciertamente, el entorno actual no hace necesario este tipo de actuaciones, pero sí parece que el grado de comunicación entre los bancos centrales es mayor de lo que podría parecer. Mientras tanto, el ministro de Finanzas alemán declaraba ayer que el crecimiento de la zona euro es más sólido de lo esperado y eso le permitirá al BCE normalizar su política monetaria y poner fin a la "locura" de tipos de interés negativos.