Durante semanas los países miembros de la UE han trabajado por presentar un frente unido como respuesta a la pandemia del coronavirus. Por fin, el pasado jueves llegaron a un acuerdo para un plan de rescate de medio billón de euros. No obstante, las disputas han puesto de relieve las divisiones que existen dentro del bloque europeo, justo en un momento en el que nos encaminamos a una dura recesión global. Es difícil pensar en una región del mundo que pueda escapar de ello.
Al igual que en Europa, en Latinoamérica la escalada del colapso económico va a suponer una ruptura con la política de recortes de gastos y austeridad. La disciplina fiscal también va a ser cuestionada. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sostiene que los bancos centrales de Latinoamérica y el Caribe deberían adoptar medidas "no convencionales" para evitar las consecuencias permanentes del shock del coronavirus en la región. Mientras tanto, China está tratando de volver a encender sus motores. Sin embargo, los datos de evolución de los precios que se conocían el viernes sugieren que la recuperación queda aún lejos, con una deflación cada vez más acentuada que se prevé que empeore en los próximos meses. En marzo, el Índice de Precios del Productor cayó un 1,5% respecto al año anterior, el mayor descenso desde octubre del año pasado.
La caída se vio agravada por el retroceso en los precios mundiales del petróleo y las materias primas. No fue más favorable el dato de los precios al consumidor en EE.UU., que ha mostrado una caída del 0,4% en marzo.