En uno de los mayores giros en la política fiscal británica con el que se busca frenar una dramática pérdida de confianza de los inversores, ayer, el nuevo ministro de Finanzas de Reino Unido desechó el plan económico de la primera ministra y redujo un enorme subsidio energético.
Según el nuevo plan, la mayor parte de los 45.000 millones de libras de recortes fiscales sin financiación que anunció la primera ministra desaparecerán y un plan de apoyo energético de dos años para los hogares y las empresas -que se espera que cueste más de 100.000 millones de libras- ahora sólo estará vigente hasta abril. A partir de entonces, el Gobierno revisará la mejor manera de proceder y elaborará un plan específico que "cueste al contribuyente mucho menos de lo previsto". El anuncio fue recibido positivamente por los mercados británicos y otros mercados europeos.
Mientras, en China, con el foco puesto en el Congreso del Partido Comunista que se inauguró el domingo, se intenta dar una sensación de calma y estabilidad, al menos por ahora, en los mercados financieros. La vasta burocracia financiera del país se afana en frenar las turbulencias en sus mercados monetarios y bursátiles. Según fuentes, los bancos estatales chinos están intensificando su intervención para defender el debilitamiento del yuan y decenas de empresas han anunciado recompras de acciones o planes de ejecutivos para comprarlas desde el pasado viernes, cuando los reguladores desvelaron una relajación de la normativa.