El año que está a punto de acabar ha sido un año extraordinario para el mercado de bonos. La UE se ha convertido en un prestatario a gran escala con la venta de 140.000 millones de euros de deuda, mientras que Reino Unido e Italia se unieron al creciente mercado de bonos verdes y los bonos basura tuvieron un año estelar. Los bancos centrales han sido los mayores compradores.
Durante años, pero sobre todo desde que estalló la pandemia de COVID-19 en marzo de 2020, los bancos centrales han respaldado eficazmente el gasto público, absorbiendo una parte importante de la deuda soberana que llega a los mercados y evitando que los rendimientos suban demasiado. Pero si los bancos centrales fijan un calendario para retirar sus estímulos de la época de la pandemia, se podría dar paso a un exceso de oferta y a un aumento potencialmente considerable de los costes de endeudamiento de muchos Estados.
La FED pondrá fin en marzo a la reducción gradual de las compras mensuales de bonos por 120.000 millones de dólares. El programa de compra de bonos del Banco de Inglaterra por valor de 895.000 millones de libras finaliza este mes, mientras que el programa de compras de emergencia para la pandemia (PEPP) del BCE, de 1,85 billones de euros expirará en marzo. Esto no significa que los bancos centrales desaparecerán de los mercados.
Para compensar la retirada del PEPP, el BCE duplicará temporalmente sus estímulos mensuales actuales hasta los 40.000 millones de euros, y al igual que la FED y el Banco de Inglaterra seguirá reinvirtiendo en los mercados los ingresos procedentes de los bonos vencidos.