Ayer por la noche en Washington, madrugada en Europa, el presidente norteamericano compareció ante una sesión conjunta del Congreso. Los mercados y los legisladores esperaban que en el discurso adelantase detalles generales con respecto a la política económica, recortes de impuestos, política comercial, política exterior y el programa de salud de la anterior administración. En los últimos días algunos miembros del partido republicano han mostrado su preocupación por un posible aumento del déficit fiscal derivado de las propuestas de carácter impositivo y la promesa de aumentar los gastos en infraestructura. El discurso se centró en aspectos como la inmigración, la reforma del sistema de salud, una reforma “histórica” del sistema impositivo para reducir la tasa de impuesto de sociedades con el objetivo de que las empresas estadounidenses sean más competitiva a nivel mundial y prometió un enorme alivio fiscal para la clase media. Además anunció una importante inversión en infraestructuras e incrementar el presupuesto en defensa. El discurso del presidente no ha servido para reducir las preocupaciones entre algunos legisladores cuando solo faltan dos meses para que se cumpla el plazo para presentar un presupuesto que permita al gobierno seguir funcionando. El discurso coincidió con la segunda revisión del dato de PIB del cuarto trimestre y que muestra una desaceleración en el ritmo de crecimiento hasta una tasa trimestral anualizada al 1,9%.