La tradicional condena al proteccionismo que el G20 solía expresar después de cada cumbre se ha sustituido por una referencia a la necesidad de fortalecer la contribución del comercio a la economía. Se trata tan sólo de unas palabras, pero el hecho de que no aparezcan en el comunicado del G20 tras su reunión del pasado fin de semana, es muy significativo y pone en evidencia que en este pulso ha ganado la administración estadounidense, mostrando que no hubo un acuerdo de consenso que apoyara el libre comercio. En su reunión del año pasado en China, los líderes financieros del G20 se habían comprometido a resistir todas las formas de proteccionismo. El ministro de finanzas alemán explicaba por qué en el texto final no hubo un rechazo abierto al proteccionismo, señalando que “no es que no estuviéramos unidos. Es totalmente indiscutible que estamos contra el proteccionismo. Pero no está muy claro qué implica para cada uno”. Mientras tanto, y a la espera de ver si en la próxima reunión desaparecen las diferencias en definir el proteccionismo, el gobierno de China ha estado buscando consejo de sus 'think-tanks' y asesores políticos sobre cómo contrarrestar posibles sanciones comerciales por parte de Estados Unidos, preparándose para lo peor, incluso mientras esperan negociaciones comerciales. Los asesores creen que es más probable que el gobierno de Trump imponga aranceles más altos en sectores específicos en los que China tiene un gran superávit con Estados Unidos, como el acero y los muebles. China podría responder con acciones tales como encontrar proveedores alternativos de productos agrícolas o maquinaria y bienes manufacturados, reduciendo al mismo tiempo sus exportaciones de productos básicos de consumo.