Las diferencias de opinión sobre los tipos en EE.UU., que en último término marcan el devenir del dólar, y que protagonizaron su depreciación en el arranque del año, se están cerrando. Los mercados corrigen a favor de la Reserva Federal y ahora ya no consideran el recorte de tipos en la segunda parte del año. Las curvas se ajustan y el dólar se aprecia. Es solo un capítulo más de un periodo donde nada se escribe en piedra. Los ciclos de expansión y contracción han sido alterados por la pandemia y las expectativas se ajustan continuamente. Responde ahora a una economía que se muestra resistente a acusar la restricción monetaria, y a una inflación que se revela también resistente. Mientras esto sea así, el goteo del dólar al alza seguirá. La apreciación o depreciación tendencial deja paso a alzas y bajas más cortas. Este periodo finalizará en cuanto el mercado elimine la brecha y acepte que los tipos serán más altos, más tiempo, y se abra el capítulo de cuándo y cómo será la recesión. Los aterrizajes suaves, prácticamente no existen, pero las recesiones se pronostican bien. Cuanto más tarde, más acusada será y más larga la salida. En cuanto se cierre el presente capítulo y se abra el próximo, el dólar volverá a depreciarse. En el proceso, sufre desgaste y acumula debilidad tendencial. Basta ver deterioro de su balanza comercial y de su déficit fiscal. Un dólar fuerte asiste frente a la inflación, pero acentúa el déficit comercial, y nada mejor que una recesión para ajustar el déficit comercial.