El primer Ministro británico anunció ayer que renuncia de su cargo después de perder drásticamente el apoyo de sus ministros y de la mayoría de los legisladores conservadores, pero dijo que se quedaría al frente del Gobierno hasta que se eligiera a su sucesor, un proceso que podría llevar semanas o incluso meses. Su renuncia profundiza la incertidumbre que se cierne sobre la economía británica, donde las previsiones apuntan que entrará en recesión.
La inflación se sitúa en máximos de 40 años en el 9,1% y el Banco de Inglaterra cree que podría llegar al 11% a final de año. Actualmente el Banco de Inglaterra se encuentra en un dilema sobre si subir los tipos de interés y no dañar la actividad económica. Las expectativas son de una nueva subida de 25 pb en la reunión del 4 de agosto. En las relaciones del Reino Unido con la UE, el primer Ministro mantiene un desacuerdo y quiere revisar los acuerdos post- Brexit firmados en 2019.
Quien suceda al actual primer Ministro deberá tomar decisiones importantes sobre impuestos y gastos para hacer frente al riesgo de una recesión, y tratar de contener las presiones inflacionistas. Cuando el pasado martes dimitió el ministro de Finanzas, dijo que no estaba de acuerdo con el primer Ministro, quien durante mucho tiempo había presionado para hacer más recortes de impuestos. La prioridad del ministro de Finanzas antes de renunciar era la de reducir la carga de la deuda de Gran Bretaña que supera el 102% del PIB. Ahora se abre una nueva etapa de incertidumbre política, en la que no puede descartarse un adelanto electoral que está previsto para 2024.