A medida que la oleada masiva de infecciones por COVID-19 en China se extiende por el país, el efecto dominó en las empresas se acelera. Las empresas minoristas y de servicios financieros se han visto muy afectadas por la escasez de personal, al igual que las manufactureras. Incluso antes de que las infecciones por COVID-19 empezaran a afectar a las empresas chinas, su economía daba síntomas de debilidad ya que los estrictos controles de circulación y las constantes cuarentenas obstaculizaban el consumo y la producción. En noviembre, la producción de las fábricas chinas y las ventas al por menor registraron sus peores resultados en seis meses, antes de que se levantara la mayoría de las restricciones a principios de diciembre. Las ventas al por menor cayeron un 5,9% interanual en medio de una debilidad generalizada en el sector servicios y la producción de automóviles se desplomó un 9,9%, tras un aumento del 8,6% en octubre.
Medios estatales señalaban ayer que China aplicará nuevas medidas de apoyo a la economía, con el objetivo de mejorar el crecimiento a principios de 2023. En los últimos meses, las medidas del gobierno para apoyar el crecimiento se centraron en el gasto en infraestructuras y el apoyo limitado a los consumidores, al tiempo que ha relajado las restricciones a la financiación para rescatar al sector inmobiliario. Ahora anuncia que acelerará la construcción de grandes proyectos de inversión y la modernización de equipos, añadiendo que satisfará la demanda de materiales y medicamentos para la prevención del COVID e importará de forma razonable los bienes que se necesiten con urgencia.