El presidente chino hacía esta semana su primera alocución ante el Foro de Davos recalcando que "nadie saldrá como ganador en una guerra comercial" y prometió que China "mantendrá su puerta muy abierta y no la cerrará". Como a muchos países, a China le preocupa el giro hacia el proteccionismo de la nueva administración estadounidense, sobre todo teniendo en cuenta que recientes sondeos apuntan a que el crecimiento económico del país se desaceleraría levemente este año. Apuntan a una expansión del 6,5% a medida que las autoridades toleren una mayor desaceleración mientras se centran en contener los crecientes riesgos fiscales, aunque un debilitado yuan complicaría sus alternativas de política monetaria. La proyección representaría apenas un tenue enfriamiento desde el esperado 6,7% en 2016, pero marcaría el séptimo año consecutivo de expansión más lenta, en momentos en que China busca contener una deuda excesiva y una inversión cada vez menos productiva. En sus últimas previsiones, el FMI también estima un crecimiento para este año del 6,5%. No obstante, la institución advierte que los riesgos también están aumentando con el crecimiento: préstamos récord por parte de bancos estatales y un mercado de vivienda recalentado. La deuda corporativa de China ha crecido hasta un 169% del PIB y las instituciones internacionales han instado repetidamente a Pekín para que actúe rápidamente y ataque el problema con el fin de evitar crisis financieras.