Inflación. Es la variable que continúa dominando las crónicas. Cuando se habla de un IPC del 3,4% en España en diciembre, a muchos le vendrá a la mente que pagan o cobran rentas que se actualizan por inflación. Acostumbrados muchos años a mínimas revisiones, un alza cercana al 4% en diciembre va a ser una sorpresa.
Si además paga por el dinero en cuenta corriente, empezará a pensar que esto de la inflación emparejada con una política monetaria que atiende más a la deuda que a los precios, puede estar entrando en casa más de lo que pensaba. Represión financiera. Así se llama. A la inflación se suman estos días las inquietudes sobre el crecimiento, y las bolsas bajan, y se compran de nuevo bonos. Bonos que pagan a 10 años (los que pagan) un 1,33% como el norteamericano. El alemán ni eso. Su rentabilidad era ayer -0,34%. Es difícil saber cómo van a llevar esto los ahorradores si por algún motivo las bolsas se ponen a corregir en serio. Recordarán la trampa de los bonos de guerra.
Las voces críticas siguen sumando partidarios y tras la marcha del economista jefe del Banco de Inglaterra, al que ya nos referimos días atrás, se suman en las últimas horas dos miembros de su Comité de Política Monetaria, -uno de ellos el subgobernador, considerado entre las “palomas”- que ya dicen que mejor actuar muy pronto. Y eso que la última votación fue 9-0 a favor de hacer nada. Los bancos innovan, y ahora venden más riesgo a más gente. ¿Conoce los SPACs? Pues están al alza. Y a la venta. Cheque en blanco, los llaman.