Tras la reunión de la Reserva Federal, ayer fue el turno para tres bancos centrales de Europa. El Banco de Inglaterra (BoE) y el Banco de Noruega subieron los tipos en 25 pb y el Banco Central de Suiza los aumentó en 50 pb, una subida de igual magnitud que la realizada por el BCE la semana pasada. Tras haber subido los tipos de interés a un fuerte ritmo en los últimos meses para controlar la inflación, los principales bancos están contemplando que, aunque caben nuevas subidas, el ciclo actual podría estar cerca de su final, y por ello están empezando a cambiar el tono del mensaje. La Fed dijo que estaba a punto de hacer una pausa, el BCE dijo que ya no daría una orientación y que decidiría reunión a reunión.
El BoE señaló que esperaba que el aumento de la inflación se enfriara más rápido de lo previsto, y la presidenta del BCE señaló el miércoles que las subidas de tipos estaban empezando a surtir efecto en la economía. A los responsables de los bancos centrales les preocupa que la incertidumbre en los mercados suponga un endurecimiento adicional de las condiciones financieras no provocadas por la política monetaria, y que puedan aumentar más de lo previsto los costes para la financiación, lo que ralentizaría más el endeudamiento y el crecimiento del crédito, moderaría el crecimiento económico y, en última instancia, frenaría la inflación. El Gobernador del BoE dijo ayer que supervisarían de cerca cualquier efecto sobre las condiciones crediticias para los hogares y las empresas, y su impacto sobre la economía.