La mejora de la inflación en el Reino Unido, la perspectiva de recortes en los tipos de interés por parte del Banco de Inglaterra y las señales de que la economía británica está ganando algo de ritmo deberían servir de apoyo al Primer Ministro de cara a las elecciones generales, que pendiente de ser convocadas, probablemente se celebren en el último trimestre de este año. La semana pasada, el Banco de Inglaterra pronosticó que la inflación -hasta hace poco la más alta entre las economías ricas del mundo- volvería a su objetivo del 2% para mediados de 2024, mucho antes de lo que pensaba anteriormente. Las encuestas empresariales, incluida una del pasado lunes, sugirió que la economía británica está creciendo más rápido que la de sus grandes vecinos europeos y apuntan a una perspectiva económica más positiva. Los datos del lunes sugirieron que la tasa de desempleo de Gran Bretaña cayó al 3,9% en noviembre. Además, un aumento del 10% en el salario mínimo y un recorte en las tarifas de energía doméstica en abril también podrían ayudar a muchos hogares. Sin embargo, incluso las buenas noticias económicas probablemente no afectarán a la enorme ventaja, de unos veinte puntos porcentuales, en las encuestas de opinión que ostenta el Partido Laborista sobre el Partido Conservador del primer ministro. Los conservadores esperan que la mejora económica pueda servir de aliciente sobre el electorado, pero el Partido Laborista propone pocos cambios significativos en la política económica, lo que dificulta una mejora de los conservadores, cuyo apoyo social se ha visto mermado por la gestión de la pandemia y las huelgas en sectores como transporte y sanidad.