Después de contraerse durante casi dos años, la producción manufacturera mundial está nuevamente en expansión. Un repunte de la actividad industrial impulsaría el crecimiento y el comercio mundiales. Sin embargo, alguien tendrá que comprar estos bienes recién producidos, y los consumidores de las economías avanzadas no parecen interesados. La actividad manufactura supone alrededor del 16% del PIB mundial, por lo que es menos importante que los servicios, que representan más del 60% de la producción global. La lenta recuperación de la industria desde la pandemia es una de las razones por las que el crecimiento global promedió el 3,4% anual en 2022 y 2023, por debajo del ritmo del 3,8% establecido entre 2000 y 2019, según los datos del FMI.
Una combinación de cuellos de botella en la cadena de suministro post-Covid-19, aranceles y una mayor ponderación por parte de los consumidores en el consumo de servicios tuvo como consecuencia una desaceleración en la producción. Las cosas ahora están cambiando y la actividad manufacturera mundial se expandió por tercer mes consecutivo en abril, según una encuesta de gerentes de compras de 13.500 empresas en más de 40 países, siendo particularmente alentador que los nuevos pedidos de exportación están creciendo por primera vez desde febrero de 2022. Esto es un buen augurio para el comercio, pero por el momento, los consumidores no compran. La confianza del consumidor estadounidense está en su nivel más bajo en seis meses, mientras que los ciudadanos de la zona euro que piensan que su situación económica ha empeorado superan a los que creen que mejoró en 14,7 puntos porcentuales.