Ayer China anunció, aunque como siempre sin entrar en detalles, que adoptará una política monetaria "adecuadamente flexible" el próximo año, la primera relajación de su postura en unos 14 años, junto con una política fiscal más proactiva para estimular el crecimiento económico. Según las actas de la reunión del Politburó, el país intensificará los ajustes anticíclicos "no convencionales", centrándose en la expansión de la demanda interna y el impulso del consumo. Las declaraciones se conocen antes de la Conferencia Central de Trabajo Económico anual que se celebrará esta semana para establecer los objetivos clave y los objetivos de política económica para el próximo año. La nueva formulación de la política monetaria marca la primera relajación de la postura desde finales de 2010, lo que, junto a un previsible fuerte estímulo fiscal, apunta a una respuesta frente a las amenazas arancelarias de EE.UU.
La economía china ha pasado apuros este año, lo que llevó a los responsables de política monetaria a tomar medidas en septiembre. El banco central aplicó su flexibilización monetaria más agresiva desde la pandemia, recortando los tipos de interés e inyectando 1 billón de yuanes en el sistema financiero, entre otras medidas. China utiliza cinco posturas para definir su política monetaria: "flexible", "adecuadamente flexible", "prudente", "adecuadamente restrictiva" y "restrictiva". La última vez que adoptó una política monetaria "adecuadamente flexible" como la anunciada ayer fue tras la crisis financiera de 2008, para cambiar a "prudente" a finales de 2010.