Hoy se publican los datos de empleo en Estados Unidos, donde las estimaciones apuntan a la creación de 200.000 empleos no agrícolas, frente a los 275.000 del mes de febrero. La situación económica en general, y del empleo en particular, tiene un peso importante en el electorado estadounidense que ya tiene su atención puesta en las presidenciales del mes de noviembre.
La política industrial de la actual administración ha estado encabezada por una legislación aprobada en 2022 que provocó un aumento de la construcción de fábricas que tienen como objetivo impulsar los semiconductores, los vehículos eléctricos y las tecnologías verdes, así como otros sectores. Sin embargo, incluso cuando la construcción está en auge y algunos segmentos de la industria pesada continúan funcionando, como los que suministran bienes para proyectos de infraestructura financiados por el gobierno, las perspectivas generales para los empleos en la industria manufacturera son débiles.
Los economistas atribuyen esto principalmente a una combinación de altos tipos de interés, una economía en desaceleración y el fin del aumento de la demanda de muchos tipos de productos manufacturados tras el COVID-19. Desde finales de 2022, las fábricas han representado en promedio poco más de 2.000 de los casi 250.000 puestos de trabajo de todo tipo que se añaden mensualmente. En febrero, el trabajo fabril cayó a un mínimo histórico del 8,2% del empleo estadounidense, una caída de 13,8 puntos desde el máximo de 1979 del 22%.