Las rápidas subidas de tipos del BCE redujeron modestamente la inflación el año pasado, pero el mayor impacto no se espera hasta 2024. Así se desprende de un artículo publicado ayer en el Boletín Económico de la institución monetaria, reafirmando la opinión de que la política monetaria funciona con grandes desfases.
El BCE ha subido los tipos un total de 375 pb entre julio de 2022 y marzo de 2023 para frenar la inflación, que alcanzó los dos dígitos el pasado otoño y tardará, según se apunta en el informe, hasta 2025 en volver al objetivo del 2% fijado por el banco. Estima que el endurecimiento de la política monetaria habrá reducido la inflación en unos 50 pb en 2022, mientras que se espera que el impacto a la baja sobre la inflación se sitúe en una media de unos 2 puntos porcentuales durante el periodo 2023-25.
Añade que el impacto de las subidas de tipos sobre el crecimiento es más rápido y que el banco ya estaba frenando la actividad, lo que a su vez enfría la demanda y frena la subida de precios. Precisamente ayer se conocía que la producción industrial de la zona euro cayó mucho más de lo esperado en marzo, al desplomarse la producción de bienes de equipo, aunque la fuerte reducción parece deberse a las cifras de Irlanda, típicamente volátiles.
La política monetaria funciona normalmente con retrasos de 12 a 18 meses y algunos responsables del BCE utilizaron este argumento para ralentizar el ritmo de subidas de tipos a 25 pb este mes, afirmando que las anteriores medidas aún se están haciendo sentir en la economía.