Los mercados, además de en el BCE, la Reserva Federal y las encuestas en EE.UU., tiene la vista puesta en China. A finales de septiembre su banco central anunció las medidas de apoyo monetario más agresivas desde la pandemia, incluidos recortes de tipos de interés, una inyección de liquidez de 1 billón de yuanes y otros pasos para apoyar los mercados inmobiliario y bursátil. Aunque las medidas han sido bien recibidas por los mercados, su falta de concreción ha rebajado los ánimos. El pasado sábado, su ministro de Finanzas se comprometía a "aumentar significativamente" la deuda para reactivar su tambaleante economía, pero dejó a los inversores con la incógnita de la cuantía global del paquete de estímulo.
El funcionario anunció que ayudará a los gobiernos locales a resolver sus problemas de deuda, ofrecerá subsidios a las personas con rentas bajas, apoyará al mercado inmobiliario y repondrá el capital de los bancos estatales, entre otras medidas. Peo no hay un cronograma, ni una cantidad, ni detalles de cómo se gastará el dinero. Se trata de medidas que los inversores han venido pidiendo a China a medida que su economía pierde impulso y lucha por superar las presiones deflacionarias y levantar la confianza de los consumidores, en medio de una fuerte caída del mercado inmobiliario.
En los últimos meses, una serie de datos económicos no han cumplido las previsiones, lo que ha hecho temer que el objetivo de crecimiento del Gobierno, en torno al 5% para este año, esté en peligro y que se esté produciendo una desaceleración estructural. Se espera que los datos de septiembre, que se publicarán la semana que viene, muestren una mayor debilidad, pero los funcionarios han expresado su "plena confianza" en que se cumplirá el objetivo de 2024.