La economía de China creció, según los datos oficiales, un 5,2% en el cuarto trimestre con respecto al cuarto trimestre de 2022, siendo el dato ligeramente por debajo de las expectativas del mercado de un 5,3%, pero garantizando que Pekín cumpliera su objetivo de crecimiento anual para 2023 fijado alrededor del 5,0%. La segunda mayor economía del mundo ha luchado durante 2023 por lograr un repunte sólido y sostenible tras la pandemia de la covid, lastrada por una prolongada crisis inmobiliaria, la débil confianza de los consumidores y las empresas, las crecientes deudas de los gobiernos locales y la ralentización del crecimiento mundial.
Los indicadores de actividad de diciembre mostraron que el crecimiento de la producción industrial se aceleró al ritmo más rápido desde febrero de 2022, pero las ventas al por menor crecieron al ritmo más lento desde septiembre. El crecimiento de la inversión se mantuvo débil.
La debilidad sostenida del sector inmobiliario, otrora motor clave de la economía siguió lastrando la recuperación económica general. Los precios de la vivienda nueva en China cayeron en diciembre al ritmo más rápido desde febrero de 2015, marcando el sexto mes consecutivo de descensos. Las ventas de propiedades por superficie cayeron un 8,5% en el año, mientras que los nuevos inicios de construcción se desplomaron un 20,4%. Los últimos datos sugieren que la economía comienza el año 2024 sobre una base inestable, con persistentes presiones deflacionarias y un ligero aumento de las exportaciones que no será suficiente para un repunte de la actividad industrial. Además, la población del país cayó por segundo año consecutivo y se redujo en 2023 en 2,75 millones, a 1.409 millones.