Ayer el BCE redujo el tipo de depósito al 3,0% desde el 3,25%, marcando el cuarto recorte del año y mostrando una postura más flexible ante un entorno económico incierto. Durante la rueda de prensa posterior, la presidenta del BCE destacó que la desinflación "va por buen camino" y reafirmó que alcanzará el objetivo del 2% en 2025. Sin embargo, el Consejo de Gobierno reconoció riesgos persistentes para el crecimiento y las presiones internas sobre los precios. El recorte de 25 puntos básicos fue ampliamente anticipado por los mercados, pero las discusiones previas contemplaron una posible rebaja de 50 puntos básicos. Lagarde explicó que el consenso entre los miembros del Consejo fue optar por una reducción más gradual para evaluar el impacto de las medidas anteriores. A pesar de las expectativas, la decisión sugiere que el BCE considera necesario mantener cierto grado de cautela frente a la desaceleración del crecimiento en la eurozona. Las previsiones económicas revisadas del BCE apuntan a un crecimiento del PIB más moderado, del 0,7% en 2024, mientras que la inflación general se estabilizará en torno al 2% a medio plazo. Este contexto refleja la fragilidad de las principales economías europeas, como Alemania y Francia, que enfrentan desafíos políticos y económicos. La presidenta del BCE no descartó nuevos recortes en 2025 si las condiciones lo requieren. Sin embargo, enfatizó que las decisiones futuras dependerán de los datos económicos y su coherencia con el objetivo de estabilidad de precios. Esta estrategia subraya la necesidad de equilibrio entre estimular la economía y evitar distorsiones en los mercados financieros.