El Real Madrid se la juega y apuesta al 'todo o nada' en el tema de los árbitros. Si bien lleva unos años siendo muy duro con este estamento clave en el fútbol desde su canal de televisión, ahora pasa a una nueva fase.
Tras un año bastante callado por el 'caso Negreira', donde se investiga la supuesta compra de favores arbitrales por parte del Barça durante más de una década, el club presidido por Florentino Pérez pasa a la ofensiva más que nunca.
Su comunicado emitido ayer lunes, donde cargaba contra el arbitraje sufrido durante el partido contra el Espanyol el pasado sábado, era más que eso: una declaración de intenciones, una declaración de guerra y el aviso de que lo vendrá después: se habla de acudir incluso a la Justicia ordinaria para defender sus derechos en lo que considera una situación de afrenta arbitral que impide la limpieza en la competición y la igualdad de condiciones.
Los argumentos del Madrid
Las 3 jugadas que colmaron la paciencia del Madrid le suponen al equipo blanco perder en Barcelona y que sus 2 inmediatos rivales, Atlético y Barça, le recortaran puntos en la clasificación.
Considera el Madrid que fue de manera injusta. La primera jugada criticada es el gol anulado a Vinicius. El árbitro ve en primer plano una presunta agresión de Mbappé a Pol Lozano, pero no ve la jugada entera.
El jugador 'perico' era quien venía sujetando de manera ilegal al delantero francés, quien se zafa de la marca como puede y éste exagera el gesto para simular una falta por agresión. Además de una escena de puro teatro, el árbitro del partido, Alejandro Muñiz Ruiz, fue totalmente parcial, porque omitió la falta previa que también le hizo Lozano a Mbappé. Por si esto no fuera poco, el Madrid recuerda que esa primera falta se produce en el área, así que no sólo debió ser legal el gol, sino que, en tal caso, se debería haber señalado pena máxima a su favor.
La otra jugada polémica, quizás la peor, es la de la tremenda entrada que recibe Mbappé por parte de Carlos Romero. El rival sólo recibió una amonestación pese a que era una entrada de manual para ser señalada como expulsión, tarjeta roja e incluso una posible sanción por varios partidos. La acción se produce desde detrás del francés y con los tacos de la bota de Romero en alto. Sin embargo, Muñiz Ruiz consideró que sólo debía castigarla con amarilla. Lo peor, para el Madrid, si cabe, es que el VAR no entrara a rearbitrar la jugada, cuando sí se hizo en el partido contra el Valencia del 3 de enero, cuando se cambió una amarilla a Vincius por roja al ser llamado el colegiado de ese encuentro por la sala de vídeo.
La tercera y última jugada reclamada es la de la clarísima mano de Jofre Carreras que ni el árbitro ni el VAR consideraron punibles, para sorpresa de todos...
Pese a todo ello, el Madrid se ha ganado la hostilidad de gran parte de los clubes rivales, considerando que está presionando sin motivos al estamento arbitral para condicionar su actitud en los próximos partidos. Este sábado, de hecho, hay derbi madrileño en el Bernabéu contra el Atlético, con el liderato de La Liga en juego...
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