De nuevo el presidente Trump se ha encargado de echar un jarro de agua fría sobre las expectativas de avances en la disputa comercial con China. Ayer declaraba que el acuerdo comercial podría tener que esperar hasta después de las elecciones presidenciales en noviembre de 2020, alejando las esperanzas de una rápida resolución. En el más puro “estilo Trump”, declaró que el acuerdo sólo tendría lugar si él quería y consideró que lo estaba haciendo muy bien.
A tenor de la buena percepción que tiene en cuanto a su papel en las negociaciones con China, ahora parece querer abrir nuevos frentes. Después de que el lunes anunciase que impondrá aranceles a las importaciones de acero y aluminio de EE.UU. procedentes de Brasil y Argentina, tomando desprevenidos a los dos países sudamericanos, ahora su nuevo objetivo es la Unión Europea, y más concretamente Francia. El gobierno estadounidense anunció que podría imponer aranceles adicionales de hasta el 100% a las importaciones de champán, bolsos, queso y otros productos franceses, por valor de 2.400 millones de dólares, en respuesta a la imposición por parte de Francia de la tasa Google. También dijo que podría establecer nuevos gravámenes sobre una amplia gama de productos europeos después de que la OMC rechazara las reclamaciones de subsidios a Airbus de la UE. La Comisión Europea ha respondido que presentará un frente unido en respuesta a los aranceles a los productos franceses. Lejos de calmarse, las tensiones comerciales a nivel global parecen aumentar.