En el contexto actual marcado por las tensiones comerciales, los mercados empiezan a acostumbrarse a las advertencias de sus consecuencias y a las revisiones a la baja en las previsiones de crecimiento. Ayer, el vicepresidente del BCE, hacía referencia al riesgo de acontecimientos no esperados, de shocks que son improbables que ocurran, pero que podrían tener un impacto significativo.
En la misma línea, apunta la OCDE en su informe semestral. Según el organismo, el crecimiento de China y EEUU podría contraerse entre un 0,2% y un 0,3% en promedio en 2021 y 2022 si los dos países no revierten la situación. Para la zona euro ha rebajado su previsión de crecimiento: 6 décimas para 2019 y dos décimas para 2020. Los países más afectados son Alemania, Italia y Holanda. España es el único país europeo que se salva del recorte de previsiones.
Uno de los riesgos frente a la desaceleración económica es el elevado nivel de endeudamiento. Ayer, el presidente de la Fed, descartaba la comparación entre el aumento de la deuda de empresas a niveles récord en los últimos años y las condiciones en los mercados hipotecarios en EEUU que precedieron a la crisis de 2007-2009, pero aseguró que se justifica la cautela.
La estabilidad financiera está siendo un foco de preocupación para la Fed en los últimos meses, preocupación a la que contribuyen los altos niveles de deuda de las empresas y el aumento en el ritmo de créditos de mayor riesgo.