Mientras un asesor de la Casa Blanca pedía ayer paciencia de cara a las negociaciones comerciales entre EE.UU. y China previstas para el próximo mes en Washington, Japón se esfuerza por evitar la amenaza arancelaria de Trump en unas negociaciones que no han hecho más que empezar. Tokio está luchando por lograr su principal objetivo antes de que finalice el plazo de un mes: conseguir que el presidente estadounidense aparque las amenazas de aplicar aranceles a los vehículos japoneses, uno de los pilares de la tercera economía más grande del mundo y el principal bien exportado por Japón a EE.UU. Y mientras se intensifica la guerra comercial, la deflación de China se acentúa. Los precios de producción se redujeron en agosto a su ritmo más rápido en tres años, aumentando la urgencia de que el gobierno redoble sus estímulos económicos.
Quien también está dispuesta a frenar cualquier revés en su economía, es Alemania. Ayer, su ministro de Finanzas declaró que el país está listo para inyectar “muchos, miles de millones de euros” en su economía para contrarrestar cualquier desaceleración significativa en el crecimiento. Solo dos días antes de la reunión del BCE en la que se espera que anuncie medidas de estímulo para impulsar la economía de la zona euro, los comentarios del ministro alemán son una nueva señal de que Berlín está preparada para “contrarrestar una tendencia económica negativa”.