Se puede calificar como diversa, amplia y sorprendente la programación de este cumpleaños con un ciclo imprescindible de conciertos que tendrán lugar durante todo el próximo mes de julio. Entre los que destacan grandes/grandes de la música como
Victor Wooten, Raynald Colom, Mark Turner, Lurrie Bell, John Cleary, Nicholas Payton feat. Jane Monheit, Freedonia, Earl Thomas, Patax, La CMQ Band y un largo etcétera. Y, claro, con una muy especial fiesta con el concierto de John Nemeth y la posterior sesión de clubbing a cargo de la reunión de los djs habituales de la sala.
Clamores, por la que ha pasado lo mejor del jazz nacional y mundial, nació el veinticinco de julio de 1981 en un enclave madrileño, castizo por excelencia, entre los barrios de Chamberí y Malasaña, este último epicentro de esa cultura nocturna, noctámbula y un puntito canalla que tantas veces fue denostada hasta la llegada del Viejo y Entrañable Profesor, Enrique Tierno, que, enfundado en su habitual terno gris cruzado, le confirió un halo de cultura, dignidad y… ¿por qué no?, prosapia escénica.
Todo tipo de estilos
Lugar de suaves meandros hechos canciones, junto a calles de histórico postín –Quevedo, Olavide, Trafalgar, Hartzenbuch, Palafox, Alburquerque – y de ondas sonoras, músicas subterráneas, jaula, refugio, nido y morada de tantos artistas. Clamores. Amplio portalón acrisolado por la pátina del tiempo que le confiere su edad.. Exigüo entramado de escaleras angostas, trocha de Las Termópilas. Un microcosmo cultural fiel a sí mismo que ha reflejado cada noche el ritual de la música en vivo: jazz, blues, funky, soul, bossa, rock, canción de autor, tango, etc. Dentro, la sala sin diseño, pero vigente: toda modernidad es un arrebato de caducidad.
El año pasado Clamores cambió de dueños sin perder su identidad, aunque entre luces y sombras, combinados, miradas cómplices, besos fugaces, cócteles de champán y babel de lenguas de una cantina singular que conjuga su actividad en varios tiempos, se trocaron los plastas por los plasmas y la televisión y los canales y puertos cíber y las retransmisiones on line. Pero sigue siendo una comunión de fieles ávidos de alimento espiritual. Copas y músicos, redobles, acordes y una escala cromática.