Compone y lo toca todo y bien. Arturo Soriano es un consumado músico y productor de larga y ancha trayectoria, que se inicia profesionalmente en Madrid a comienzos de los lejanos años 80, fraguándose desde entonces, día tras día, noche tras noche, como instrumentista de los vientos en el saxo tenor, la flauta y el clarinete.Y también en este su último disco, 'Paseo Ronda', se encarga de teclados y programación. ¿Quién da más? Pues, eso: que podremos disfrutarlo el martes 14 en la Sala Clamores, acompañado por Jesús Pardo a los teclados, Luis Gallo a la guitarra, Chuchi Crespo a la batería y David Ruiz al bajo.
Este polifacético músico domina todos los géneros: desde el jazz al flamenco, pasando por el pop, los ritmos latinos y la música negra, y es capaz de surcar de un lado a otro y en todas direcciones los más diversos géneros, añadiéndole su toque personal, intuitivo, versátil, expresivo, cálido y envolvente, en el que se encuentran ecos de Lester Young y Dexter Gordon.
Arturo Soriano vive, desde hace casi una década en Praga, plena e intensamente integrado en la escena local, donde colabora con numerosos artistas y bandas de todo tipo. Acaba de terminar su segundo y más ambicioso proyecto personal, titulado “Paseo Ronda”, que viene a presentar a España. Arturo Soriano es el autor de la inmensa mayoría de los temas, toca todos los vientos, saxos barítono, tenor y alto, así como la flauta y el clarinete, los teclados y la programación.
Un disco eléctrico e imaginativo que abre significativamente con un tema titulado “Puerta del Soul” al que sigue “Mr. Cool”, y donde nos encontraremos más adelante con “Pink Mambo” y muchas otras canciones; en definitiva, una caja de sorpresas sonoras, con una amplio espectro en el que se entrecruzan las más diversas músicas negras (jazz, soul, r&b, funk) con texturas latinas, algún aroma brasileño, acentos rock en las guitarras, toques pop, minimalismo electrónico y una muy fecunda contaminación ambiental de todo lo que suena en este siglo XXI.
Un disco muy rico y ambicioso, que destila energía e imaginación creativas, desde las melodías a las estructuras, los desarrollos y los arreglos, y transmite fuerza, swing y elegancia, lo que puede resultar, a partir de la segunda escucha, fatalmente adictivo.
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