Es una película que ya hemos visto, y sufrido, tantas veces. Lo malo es que sin necesidad de ‘spoiler’ -palabro tan de moda- ya sabemos el final, y, lo que es peor, casi ni nos indigna. Resulta que el 5º de la tarde, tan noble y chochón como sus hermanos de los dos hierros de Victoriano del Río, estaba inválido. Por lo que hasta la mayoría del público -incluso el indocto- lo protestó, pero a ese mal presidente que es Joaquín Coy le dio igual y lo mantuvo. Luego, su matador, Juan Ortega se puso bonito con él en una faena -o lo que fuera aquello- de largo metraje y cortó una oreja, a pesar de que no hubo mayoría de pañuelos. Talavante anduvo apático y apagado y Rufo malogró con tizona y verduguillo la única labor importante.
De modo que a gran parte de ese público indocto se le olvidó la invalidez del animal y para nada juzgó que aquello era una pantomima en la que hubo algunos buenos pases bellos, otros con enganchones y abundancia de cite fuera de cacho. Por eso el trofeo debe engrosar a medias, la mitad para cada uno, las estadísticas del coletudo y del usía.
Sí que el sevillano se había lucido con la magia de su capote en un ramillete de mágicas verónicas al recibir a su primero y un sensacional quite por delantales cerrado con el barroquismo de una media. Luego el animal vino a menos, aunque Ortega tuvo destellos creativos, virutas de su arte, y un no menos bonito desarme antes de marrar a espadas.
Lo mejor y más rotundo de la tarde, junto a los habituales magníficos pares de banderillas de Fernando Sánchez, lo llevó a cabo su jefe en el tercero, al doblarse con él con enjundia y lucirse por redondos -de hinojos al principio- y naturales con temple, profundidad y colocación, antes de cerrar con unos vistosos ayudados por alto. Pero, una vez más fue un desastre con las armas toricidas. El sexto, noblón como todos, ya se dejó menos porque echaba la carisfosca arriba y se defendía.
Talavante, claramente disminuido por su reciente percance en Villanueva del Arzobispo -lo que no le justifica, porque si tuviera dignidad debería haberse caído del cartel-, hizo el paseíllo y poco más. Eso sí, sin compromiso ninguno con la gente que había pagado su entrada ni con la profesión, cumplió su objetivo: cobrar.
FICHA
Cinco toros de VICTORIANO DEL RÍO y 2º de CORTÉS, muy bien presentados, flojos y sosos, la mayoría cumplieron en el caballo. ALEJANDRO TALAVANTE: silencio; pitos. JUAN ORTEGA: palmas; oreja. TOMÁS RUFO: ovación; silencio. Plaza de Albacete, 11 de septiembre. 4ª de Feria. Casi lleno.