Ya lo especifica ese reglamento que, día tras día, se saltan los presidentes -y este año en Albacete, más- que teóricamente deben velar por su aplicación: con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide. Pues, sí, en este domingo lluvioso a ratos, el agua obligó a suspender un festejo de ilusionante cartel, que iba a cerrar el abono: toros de Victorino Martín para los locales Rubén Pinar y Sergio Serrano y el andaluz Manuel Escribano. Una terna acostumbrada a bregar con las dificultades de las divisas toristas que en vista del estado del ruedo, imposible para el toreo, decidió no hacer el paseíllo.
Broche de agua a una Feria tiunfalista en la que la bella plaza neomudéjar de Albacete ha albergado un público blando y jaranero, cada día más lejos de prestigio y exigencias de antaño. Con el apoyo de palco, se han regalado orejas sin fuste y ha habido otros desafueros achacables a sus pésimos ocupantes. Sólo hay que hacer un repaso a las crónicas de cada festejo.
Y para cerrar el abono, una serie de preguntas circularon por los tendidos mientras la terna decidiía si toreaba o no tras la luvia. ¿Por qué no se puso la lona en un día lluvioso a primera hora de la mañana y las tres de la tarde, cuando también cayó mucha agua? ¿Por qué se suspendieron las vaquillas matutinas y sí se colocó cuando iban a actuar por la tarde las figuras? ¿Por qué esta discriminación con los coletudos locales? ¿Había intención por parte de la empresa de suspender? Pregunas que quien firma este artículo también se hace. Y no olé.