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Adivina quién manda en la pecera

Adivina quién manda en la pecera

miércoles 16 de mayo de 2007, 21:21h

En la Casa de Campo se han quedado esta tarde sin probar 14 raciones de macarrones con tomate, catorce de patatas con carne y catorce de natillas. Más que el Ramadán en el 11M parece la yihad llevada  a los comedores de la Casa de Campo y de las cárceles de Alcalá Meco y Valdemoro. Si alguien alberga dudas sobre las hipótesis de la fiscal Olga Sánchez, de que el trío El Egipcio- El Haski- Belhad ejercía la dirección de la trama terrorista, lo cierto es que la movida de la huelga de hambre ofrece pocas interrogantes sobre quienes mandan realmente en la pecera. Al conjuro de ellos tres hay ya catorce islamistas encarcelados que han decidido no probar bocado.

En las horas que permaneció en el habitáculo blindado, Rabei Osman “El Egipcio” intentaba aislarse como podía procurando no dar muestras de debilidad. Materialmente doblado, con los brazos cruzados oprimiéndole el estómago, el principal encartado en el juicio se cubrió la cabeza con un forro polar como si fuera un velo. Lo está pasando mal tras seis días de huelga de hambre y dos de sed. Al final,  el presidente mandó que le sacaran y lo atendieran, solo unos minutos después de que los guardias hubieran hecho lo mismo con Belhadj, que había acabado su resistencia al dolor tumbándose sobre unos de los bancos de madera de la pecera. Entretanto, El Haski, seguía la Vista también doblado sobre el diafragma y con una mano abierta cubriéndole el rostro y la frente. Por la tarde Gómez Bermúdez ordenó que todos volvieran a la Sala.

No parece que hubieran cesado su malestar pero llevaban un triunfo en el bolsillo. Junto a ellos y al obediente Abdelmajid Bouchar, huelguista con El Egipcio desde el día 10, otros nueve islamistas encarcelados, desoyendo a sus abogados, se han puesto en huelga de hambre. El trío había logrado imponer su ley en la pecera y solo dos de los árabes encarcelados, Nasredine Bousbaa y Mouhamed Bouharrat, se les resisten de momento. A media mañana Fouad El Morabit parecía dispuesto a no secundar a sus compañeros. Poco después de escuchar la decisión del presidente Gómez Bermúdez de que en ningún caso se iba a parar el juicio, comieran o no comieran, y de que estaba dispuesto hasta a alimentarles obligatoriamente, Fouad gesticulaba en la pecera y se dirigía a sus compañeros. Las noticias entonces eran que él no secundaría ninguna huelga. Pero a la hora de comer acató la consigna y fue el último en unirse a los otros trece del “Ramadán del 11M”.

DETERMINACIÓN. Es posible que la nueva postura de los reos no le haya pillado muy de sorpresa al presidente Javier Gómez Bermúdez. Lleva más de un año preparando este juicio hasta su más mínimo detalle, desde los aspectos procesales hasta los problemas de intendencia: da igual que sea el funcionamiento de los micros, los problemas del puerto USB de su ordenador o las vicisitudes con los intérpretes de árabe. Y cada mañana llega al juicio pasada las 9,20 de la mañana después de haber soltado adrenalina durante una hora en el gimnasio. Entra en la Sala fresco y con la autoestima suficientemente alta para afrontar todas las incidencias. Con determinación está llevando los escarceos de los abogados de la teoría de la conspiración, las resistencias de algunos testigos o las manías de los acusados. Pero hasta ahora, salvo las niñerías de Rafá Zohuier o la mala educación crónica de Suárez Trashorras, nada grave. Los acusados parecían una guardería comparados con muchos con los que ha tenido que lidiar en su dilatada vida profesional, especialmente con los etarras en las salas de la Audiencia Nacional en la calle Génova. Algo más se podía esperar de ese grupo de presuntos fanáticos acusados de acabar con la vida de 192 personas y a los que les pueden caer miles de años de cárcel por cabeza. Y ya ha llegado.

 
EL DICHARACHERO. Quizás el punto de inflexión se produjo tras el testimonio-charlatanería del preso islamista Kamal Ahbar. Ese dicharachero con aires de ayatollah pretendió romper el juicio con su nueva e increíble versión de los hechos: todos inocentes salvo Zuhier y la llamada trama asturiana, además de los suicidas de Leganés, autores de la salvajada terrorista con la colaboración de dos huidos. Ahí quedaba abierta la brecha entre los 29 acusados, divididos entre inocentes islámicos y españoles culpables, además del confidente Zuhier y el también confidente y no procesado, Cartagena. En la pecera parecía haber demasiadas esperanzas en el insólito testimonio se Ahbar. Y más de una decepción ha producido el efecto de su relato: la esperanza blanca perdió toda credibilidad tras los duros interrogatorios de los abogados de la acusación que le llevaron a una y mil contradicciones. Así las cosas al trío del habitáculo blindado se le ha debido ocurrir que había que mantener un pulso con la Sala porque están seguros de que lo que ha sucedido en la Vista en estas treinta y seis jornadas va en contra de sus intereses.

Es como si confiaran más en su capacidad de presión que en la pericia de los letrados que les defienden. El pulso está echado. Por un lado al Tribunal, aunque parece claro que a Gómez Bermúdez no le van a doblegar pero el día a día puede ser duro y difícil. El otro frente está dentro de la pecera. De momento son catorce en formación. Habrá que ver si la fila merma o se alarga y eso se verá día a día. La duda es si El Egipcio y compañía han escogido realmente la senda de los que consideran mártires del islam, toda esa parafernalia formativa con la que adoctrinan a los neófitos para hacer la yihad hasta la inmolación, o solo es una estrategia para embarrancar el juicio y llamar la atención más sobre los que ocurre tras el cristal blindado que sobre el hasta ahora ejemplar discurrir del proceso en su fase oral. La solución, día a día.

 

 

 

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