Entre ellos se encontraba Francisco Javier García cuya mujer resultó herida en el tren que explosionó en la estación de El Pozo. Describió como recibió una llamada de su esposa pidiendo ayuda desde el andén de la estación de cercanías. Se desplazó hasta allí en menos de dos minutos con su hija, ya que vivía en las cercanías, indicó.
Una vez accedió a la entrada vio, a la derecha "un montón de cadáveres" entre 10 o 15 personas "destrozadas, amputadas, evisceradas". El testigo transmitió en todo momento a lo largo de su declaración la impotencia que le produjo la situación y su lucha interna entre la necesidad de encontrar a su esposa y las ganas de ayudar a las personas heridas en el tren. Su hija, de 16 años, permaneció en la entrada al andén.
"La gente pedía ayuda. Yo les decía: Estoy buscando a María, a mi mujer", enfatizó. Detalló de manera muy gráfica la desesperación de su búsqueda. "No sabía qué hacer", explicó y puso como ejemplo uno de los detalles que recordaba de los minutos que separaron la llamada de su esposa y el momento en que la localizó. Así, recordó que encontró a "un chico herido" al que le caía el polvo de un extintor en la cara. "Se lo aparté", dijo
"Al lado de los fallecidos había un grupo de gente herida. Me miraban cómo diciendo: ¿cuándo van a venir a por nosotros?", agregó. Rememoró al igual uno de los instantes que más le impresionó: "Me llamó la atención el silencio en aquella mañana tan fría", dijo. Francisco Javier García buscó a su mujer desde las ocho menos cuarto de la mañana hasta las ocho y diez. Tras esos 25 minutos de angustia, indicó, la vio a lo lejos. "Nos abrazamos los tres y dije: ¡Qué suerte hemos tenido María, hemos sobrevivido!".
El testigo intentó incluso justificar el momento en que abandonó la estación y afirmó que sintió la necesidad prioritaria de atender a su mujer y "una gran rabia". "¿Quién ha podido hacer algo así, en un barrio obrero, un tren cargado de estudiantes y trabajadores que lo único que hacen es aportar a la sociedad su esfuerzo?", se preguntó.
Otro de los testimonios fue el del estudiante Antonio Miguel Utrera, herido en el tren que explosionó en la calle Téllez. Tenía 18 años en el momento de los atentados. "Lo único que recuerdo después de la explosión es que alguien me levantaba en la otra punta del vagón. Bajé y llamé a mi madre diciéndole que tenía la sensación de que algo había pasado", relató.
Un baile de sonámbulos
El joven describió su impresión al descender del convoy asegurando que lo que veía parecía "un baile de sonámbulos". "La gente caminaba, nadie miraba a nadie, todos miraban a la nada", dijo.
Como consecuencia de la explosión de las mochilas-bomba Utrera sufrió dos coágulos de sangre en el cerebro, que le fueron extirpados más allá de las 10 de la mañana. Los coágulos le provocaron tres infartos cerebrales que desembocaron en una hemiplejia. El testigo reclamó "la máxima pena para los culpables y responsabilidades políticas para los miembros del anterior ejecutivo".
El primero en dirigirse a la sala fue Álvaro Vega García, hermano de Laura Vega que se encontraba en la estación de Atocha en el momento en que se produjeron las explosiones. Explicó que en el momento de la masacre Laura tenía 26 años y se dirigía a su trabajo. Su familia la localizó en un hospital a la una de la tarde del 11 de marzo, dijo.
Actualmente se encuentra en estado vegetativo, explicó el testigo que detalló que tiene todas sus funciones "superiores perdidas" y no tiene capacidad de movimiento, voluntad, comunicación, no puede realizar ningún tipo de actividad por ella misma. Su hermano añadió que a pesar de ello, se puede apreciar que "sufre" por ejemplo "cuando bosteza o tose".
Denunció, además, la tardanza de las ayudas concedidas por la administración que llegan, dijo, "siempre bajo demanda o petición, rellenando papeles". "A pesar de ello en muchas ocasiones no tenemos respuesta. El problema sanitario no ha quedado resuelto", enfatizó.
Responsabilidad de Aznar
El ex marido de Pilar Manjón y padre de su hijo Eulogio Paz testificó también y describió la angustia hasta el momento en que les confirmaron su fallecimiento. Culpabilizó, además, de forma directa al ex presidente del Gobierno José María Aznar e incluso apuntó que en un libro escrito por este "dice cosas como que la sociedad no era consciente de la amenaza del terrorismo islamista hasta el 11 de marzo". "Pido que se asuma la responsabilidad como ha pedido el propio Aznar", apostilló.
Agregó que la fundación que lidera el ex presidente, la FAES, llegó a anticipar "lo que se nos venía encima" y describió que cuando se produjo la conocida como foto de las Azores, comentó a varios amigos: "Aquí nos van a pegar un pepinazo". Por su parte, la madre y ex mujer de dos fallecidos en la masacre, Isabel Casanova, relató que cuando tuvo noticia de los sucedido su reacción fue "salir corriendo a casa de su madre "y apoyarme en ella". Solicitó "responsabilidad para los gobernantes del momento y respeto a las víctimas".
Por último, uno de los heridos en la estación de El Pozo, describió como vivió el momento de la explosión y destacó que aún tiene "metralla en el organismo". "Reclamo justicia", pidió. Los testimonios provocaron emoción en la sala. Incluso algunos de los letrados se mostraron afectados por los relatos de las víctimas. Al término, el presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, interrumpió la sesión diciendo: "Creo que necesitamos 20 minutos de descanso".