Constitución, crisis y reforma
viernes 31 de enero de 2014, 09:04h
España
vive una crisis política cuyo alcance, lejos de ser coyuntural, incluye una
dimensión institucional que la hace aún más grave. Se ha producido un profundo
desajuste entre la realidad de la sociedad española, que en los últimos años ha
vivido una transformación sin precedentes, y el edificio constitucional que
desde finales de los 70 sirvió como marco de convivencia y desarrollo de un
país que había dejado atrás 40 años de dictadura para convertirse en una
democracia avanzada.
La crisis territorial y los cambios en
prácticamente todos los ámbitos de la realidad española -desde los económicos y
tecnológicos hasta los sociales- han puesto en evidencia insuficiencias y
anquilosamientos institucionales que exigen una profunda renovación política.
Estamos
en un cambio de época (que es mucho más que una época de cambios) que no admite
ensimismamientos. La crisis económica ha acelerado otras dinámicas de crisis,
sobre todo en el terreno de la política, hoy amenazada por la desafección
ciudadana y la consiguiente pérdida de legitimación.
Con
este panorama, o actuamos con rapidez y profundidad o las democracias
representativas se instalarán en un pronunciado y peligroso declive. Para hacer frente a la percepción
ciudadana de que la política ha perdido terreno frente a los poderes económicos
y financieros, la respuesta solo puede venir de la mano de un fortalecimiento
de la política y de los derechos fundamentales.
Los
socialistas hemos dedicado muchas horas a analizar lo que está ocurriendo y
cómo evitarlo; el fruto de esta reflexión es nuestra oferta de reformas, que
necesariamente ha de comenzar por el edificio sobre el que se asienta la
convivencia: la Constitución de 1978.
Hemos propuesto al Gobierno y al conjunto
de las fuerzas políticas debatir sobre todo un catálogo de reformas
constitucionales que se pueden sintetizar en tres ejes fundamentales: la
incorporación de instrumentos que protejan el Estado de Bienestar -cuyos
elementos nucleares no pueden estar sujetos a la discrecionalidad de las
mayorías políticas-, la ampliación de los derechos fundamentales y la reforma
de la estructura territorial del Estado.
El
objetivo es mejorar nuestra democracia, adecuarla al paso del tiempo antes de
que la distancia entre los ciudadanos y sus representantes se haga insalvable.
Y esta es también nuestra responsabilidad, que la política sirva para gestionar
mejor los intereses públicos.
El
PSOE ha sido un actor fundamental en los cambios operados en nuestro país desde
la misma recuperación de la democracia, los ha liderado desde el Gobierno y
hemos acompañado desde la oposición aquellos que hemos considerados
importantes. Ahora estamos proponiendo un nuevo proyecto de renovación
institucional que renueve los pilares de nuestra democracia y que comienza por
nuestra Constitución. Esa es una tarea que consideramos inaplazable y urgente.
No existe ninguna razón que justifique el inmovilismo en una democracia
consolidada.
[*]
Elena Valenciano es Vicesecretaria General del PSOE