Rajoy, las calles e Incitatur
domingo 19 de febrero de 2012, 18:55h
Hace apenas dos
meses, un alto cargo del PP -del que luego se supo que supuestamente se había
inventado su currículo- acusaba a la entrada del hemiciclo a los periodistas de
ser unos "incendiarios" (sic), de "incendiar las calles"
(sic) y de "inventarse" (sic) con sus crónicas y noticiarios todo el
movimiento de los indignados del 15-M. Esto es tan verídico como que Calígula
otorgó a su caballo Incitatus el título de Cónsul de Bitinia. Pero este
domingo, toda España ha desmentido por partida doble a ese 'prohombre de la
Patria'.
Este domingo, mientras
cientos de miles de españoles de bien gritaban en las calles: 'no, no queremos el
decretazo laboral que nos va a hundir aún más en la miseria', Mariano Rajoy
hacía dos cosas en Sevilla: pedía el voto de los trabajadores para Javier
Arenas en las elecciones andaluzas del 25 de marzo y defendía paralelamente su
'decretazo' laboral, que ya tiene guasa la cosa. Pero Rajoy no escuchaba a nadie: los aplausos de sus palmeros,
muchos de los cuales han debido de ser asistidos por dolores en las palmas, le
impedían oír la voz de la calle.
Se atribuye
malvadamente al almirante Carrero Blanco que él no iba a descansar hasta que el
obrero anduviese en zapatillas. No consta que hubiera ni una pizca de verdad en
tal atribución, más bien todo lo contrario, pero el rumor creció y creció en
una España que quería empezar a vivir y a vivir empezaba. Pero si aquello era
falso, lo cierto, por el contrario, es con el 'decretazo' de Rajoy-Báñez España
no va a tardar mucho en tocar fondo, un fondo indeseable y procreador de carne
de empleo-basura... en el caso de que se cree empleo.
Muchos
economistas -de uno o de otro signo, que para el caso no importa- reconocen que
las recetas aplicadas en un espacio físico y con unas circunstancias
determinadas no sirven para otro espacio físico y con otras circunstancias. Lo
demostró Galbraith allá por los sesenta con "La pobreza de las
masas", pero no hace falta irse tan lejos. En España lo hemos sabido por
Zapatero, que a inicios de la crisis utilizó fórmulas keynesianas que
empeoraron el problema -más de 9.000 millones de euros para levantar aceras y
ponerlas de nuevo no parece ser la solución-, pero si Keynes no ha servido gran cosa,
mucho menos sirven Friedman, Stigler y su 'Escuela de Chicago' que conducen a la
enorme masa social a una especie de moderna esclavitud. Y todo en aras del gran capital.
No merece la
pena hacer todo esto para que Merkel le pase a uno la mano por el lomo. No
señor, no. ¿Escuchará Rajoy a la gente de bien que hoy ha salido a la calle? Parafraseando al 'Hemano Lobo', ¡después del 25 de marzo lo sabremos!