Nuestra clase política, esa que el Director General Adjunto
del Transparencia Internacional refiere como no respetada en los países del sur
de Europa, adolece toda ella de una enfermedad que solo cambia en el grado de
intensidad y que varía según o no estén en labores de Gobierno. Da lo mismo que
hablemos de la derecha o de la izquierda, nacionalista o no. Todos ellos creen
que los ciudadanos somos gente estúpida, incapaces de saber lo que nos
conviene, y como consecuencia necesitados de orientación para sacarnos del lío
en el que nos han metido. Exige de un
ejercicio de disciplina democrática quedarse sentado ante la avalancha de
estupideces que se les ocurren. Los mismos, exactamente los mismos que nos
hablaban del pleno empleo en 2008. Y es curioso que en lugar de mirar al
sistema y corregir lo que no funciona, o al menos intentarlo, no, ellos
insisten en nuevas normativas, en variantes de viejas normativas, en
regulaciones provisionales o en suspensiones provisionales de viejas
regulaciones.
Eso es lo que ahora propone el PSOE. Ni una palabra, ni una
medida, ni una simple sugerencia que ponga de manifiesto que los dirigentes
políticos confían en los ciudadanos que les pagamos y sostenemos la estructura
de este Estado elefantiásico en cargos y asesores. Nada. Erre que erre en
intentar arreglarnos ellos la
vida. En no dejarnos vivir, más bien. La traición del PP a su
programa y sus votantes no tiene igual por lo disparatado, por más que nos
hablen de un estado de necesidad. ¿Qué necesidad ni niño muerto? Si crees en la
gente, ayuda a la gente y déjala actuar, que a largo plazo es la gente la que
salva a los países, mientras que una clase política cuasi perenne como la que
tenemos poco respeto puede inspirarnos. Pero
se me pide no un desahogo, sino una opinión sobre las propuestas que acaba de
presentar el PSOE.
Empiezo por la que quiere equiparar la fiscalidad de las rentas de capital a las del trabajo.
¿Por qué no al revés cabezas de chorlito? ¿Por qué no hacemos lo posible para
quitar carga fiscal al factor trabajo? ¿Tenemos que pensar que lo importante para
vosotros es mantener al Estado como tutor?
Y si fuese así ¿que tutela efectiva habéis hecho que me permita esperar
que los errores cometidos van a ser corregidos?
Resulta que ahora, la brillante idea del PSOE es dedicar el dinero de los contribuyentes europeos
para lo que a nosotros nos de la
gana. Oye, ¿y si mejor lo repartimos discrecionalmente entre
los próximos? ¿Os recuerdo lo que determinó el Tribunal de Cuentas sobre la
eficacia del PLAN E? ¡Y fue un dineral! Entonces,
¿por qué voy a confiar en que esta vez si? A ver si nos enteramos que las
ayudas directas, da igual a quien, pero sobre todo si son empresas, no sirven
más que para dañar y alterar las leyes de equilibrio que crean riqueza y sana
competencia en los mercados. De hecho ¿quién
me garantiza que mi dinero es entregado a la empresa correcta, y que esa
empresa no lo utiliza para competir en condiciones más favorables que las mías?
¿No será más fácil dedicar los recursos de modo que beneficien al conjunto y no
a un parte? ¿Quién me garantiza que la causa última del despido de una empresa
en pérdidas no tiene que ver con que hay al mando una panda de inútiles
aprovechados? ¿O es que todas las empresas que pierden dinero y con tal motivo
despiden son susceptibles de ser ayudadas contribuyendo a deteriorar las
condiciones de libre competencia y acaban por destruir a las buenas? Este tipo de soluciones dirigida a ayudar a
los torpes me parecen un error.
Decir que las partidas de
gasto destinadas a I+D+i y educación no
computen como déficit me parece una estupidez. ¿Y que pasa con la salud?
Podemos prohibir llamar déficit al déficit y así no tenemos déficit. Por cierto, que eso de Educación, ya me
gustaría saber que conceptos recoge. ¿Es
Educación educar en el rechazo al vecino, o en la reivindicación de lo propio
por encima de lo común? En cuanto a
I+D+i, pregunten a los expertos. Ha sido uno de los coladeros fiscales más
importantes de las grandes empresas para bajar su factura fiscal y competir así
en ventaja con las pequeñas. Hagamos eficaces las deducciones mediante
políticas de mecenazgo que ya están inventadas. Fomentemos la colaboración de
las empresas con los centros de investigaciones. Premiemos a los brillantes,
bequemos a los sobresalientes, fomentemos el esfuerzo y démosle reconocimiento
social.
¿Financiación
pública de las empresas? ¿Pero que hemos tenido sino un
sistema de Cajas de Ahorro de patrón pseudo público donde primaba el clientelismo?
A ver si nos enteramos que el crédito viene después, al final, y que dar
crédito sin mercado es tirar el dinero. Primero hay que generar demanda, y
después llegarán los proyectos rentables y el crédito. No al revés. No hemos aprendido nada. Acabamos de
cargarnos instituciones como las Cajas de Ahorro que nacieron como Monte de
Piedad, y ya estamos queriendo inventarlos de nuevo. Eso sin dejar de meter
dinero para salvar lo que queda del naufragio. No tenemos arreglo.
Ayudas
a familias en riesgo de exclusión, desempleo o pérdida de vivienda.
A esto quiere dedicar el PSOE 10.000 millones. No voy a discutir en esto. NO al
menos los dos primeros aspectos pero si el último. Aún así, me digan de donde
va a salir el dinero. Lo que va a
ocurrir es que las familias a las que se refinancie su deuda van a ver como esta
se incrementa. Busquemos soluciones a la vivienda que rompan con el error
cometido. Que el sistema financiero absorba el coste del error de prestar a
quien no podía pagar, y dediquemos los recursos a que estas familias se
recuperen y puedan iniciar de nuevo su vida, no a continuar penando sobre el
error cometido. Al menos dejémosles elegir.
Como
puede comprobar, no me entusiasma lo anunciado por el PSOE, porque en
resumidas cuentas continúa queriendo repartir peces en lugar de dejarnos
pescar. Pero ellos verán. La salsa continúa cociendo, y en algún punto llegará
a ebullición. Lo que hay que hacer es apagar el fuego, ¡so torpes!, y no
arrojar agua fría a la pócima, que pronto volverá a calentarse.
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