Mi capacidad de sorpresa
ya está bastante curtida pero hay días en que uno no puede contenerse la
indignación. Este jueves ha sido uno de esos días en que al levantarte tienes
la sensación, como catalán, de que te han fusilado al amanecer. A esa hora del
alba en que se reparten los diarios o que comienzan las emisiones de los
magazines de radio. Nuevamente, Cataluña como recurso para calentar el debate
político.
Insultar, vilipendiar,
denigrar y mentir es gratis si el argumento es Cataluña y especialmente el
nacionalismo catalán. Todo eso propalado por otro nacionalismo, el español, que
además tiene la fuerza, pero no necesariamente la razón.
El "problema catalán".
Llevamos más de un siglo, desde finales del XIX, conscientes de que hay un
contencioso mal cerrado. Que hay una expresión de malestar porque simplemente
no se permite que Cataluña ejerza con naturalidad y sin ánimo de romper nada su
propia manera de ser. Déjenme ser español a mi manera y no me obligue a
replantearme si vale la pena seguir aguantando. Esta es una opinión cada vez
más extendida entre los catalanes sensatos. Los otros ni los cito, como tampoco
me interesan los del otro lado, insensatos igualmente.
La "conllevancia" que decía
Ortega. Sin recurrir
a bombardear Cataluña cada equis año, como ejecutó Espartero y alentaba
Azaña. El
problema viene cuando, de tanto mentir, la gente se lo acaba creyendo. Y eso
ocurre cuando ciertos medios de comunicación, rivalizando en ver quién la dice
más gruesa, recurren al tiro al blanco con el catalán, Cataluña y el
nacionalismo como objetivo de su puntería. Ahora que el PP deja que gobierne
Artur Mas y CiU, la guerra y la presión al PP "que permite esas cosas" se ha
recrudecido.
Vayamos por partes. El
"problema" que nos saca hoy el ABC
viene surtido con la escuela en catalán, la "guerra de las banderas", la
insumisión fiscal y las consultas o referéndums.
Me he asomado a la calle
y no he oído tiros. Parece que el país está en calma aunque las tertulias y las
portadas del amanecer hablen de "tenemos un problema: Cataluña". El primero y recurrente: la lengua y la
supuesta prohibición o persecución del castellano. He
salido a la calle y he oído escolares que hablaban entre sí en castellano. Más
que en catalán. No he visto que se haya desconectado las emisiones de TVE,
Antena 3, Telecinco, la Sexta... que entran en castellano en los hogares de
Cataluña. La llamada "prensa nacional" (cabeceras editadas en Madrid D.F)
seguía coexistiendo en los quioscos con la doble edición catalán-castellano de
los dos principales diarios catalanes más las dos cabeceras intrínsecamente
catalanas. En el bar la gente seguía pidiendo el cortado indistintamente en una
u otra lengua. ¿Ha desaparecido el castellano de nuestras vidas? ¡Por favor!
¿Alguien piensa,
objetivamente, que en Cataluña hay alguna persona que no entiende ni sabe
hablar en castellano? Más aún, ¿que no pueda expresarse en castellano en su
vida diaria?
Segundo "problema":
Guerra de las banderas. (¿??) Las banderas -y los himnos- se respetan, pero no
necesariamente se aman. Si alguien cree que lo que representa esa bandera no te
respeta y te oprime, por supuesto que no la amas y, si puedes, la escondes. Eso
hacen algunos ayuntamientos. Algunos, repito, pocos, entre 950 municipios que
tiene Cataluña. A veces oigo decir impunemente que en Cataluña está escondida
la bandera española. Y ponen de ejemplo la Generalitat. Otra mentira. En la
fachada del Palau de la Generalitat y de las diversas consejerías, como en el
Ayuntamiento de Barcelona y otras instituciones -también la Delegación del
Gobierno central- ondean las banderas de España y de Cataluña. Y también en el
salón de plenos del Parlament. Quien no quiera verlo, allá él. Pero mienten
quienes dicen lo contrario. Por cierto, que esa armonía de banderas no se da,
ya no digo en los acuartelamientos del Ejército, sino ni siquiera en las
dependencias de la policía española.
Tercer "problema": la
insumisión fiscal. Aquí sí que coincido en el problema, pero como víctimas. ¿Es
extraño que un número cada vez mayor de catalanes manifiesten su rechazo a
seguir aportando sus impuestos a una caja común, la Hacienda española, que hace
de su capa un sayo? Que de cada euro que pagamos, vuelvan en forma de obras y
servicios sólo 60 céntimos, ¿es como para seguir amamantando la voracidad
recaudadora a costa de los catalanes? Y de otras zonas, que conste, que el
déficit fiscal no es exclusivo nuestro. Ahí el Gobierno catalán se ha puesto a
la cabeza de la manifestación. Y con razón. No se puede aportar eternamente un
promedio del 8 por ciento del PIB a la solidaridad interterritorial. Nunca se
ha discutido que había que contribuir a la mejora de las zonas de España más
desfavorecidas, pero no eternamente y sin límite. Y encima recibiendo insultos.
No es que esperemos el aplauso agradecido de quien percibe esas ayudas, pero de
ahí a que encima te acusen de "insolidario" y "pesetero"...
Por cierto, como a menudo
sale a colación el supuesto despilfarro presupuestario de Cataluña con la
lengua, las "embajadas", la televisión autonómica o las "subvenciones
identitarias", les recordaré que en cualquier caso el gobierno de la
Generalitat de Catalunya es el primero que se puso a hacer los deberes. Ya
lleva dos presupuestos con ajustes, recortes y restricciones por propia
iniciativa de rigor y sensatez mientras espera que el Gobierno español aporte
los fondos comprometidos por el gobierno ZP al amparo del Estatut. Otros
gobiernos dejan correr el tiempo a ver si amaina la niebla, no enseñan todavía
sus números presupuestarios del 2012 o incluso aumentan sus cuentas públicas
chuleando de que administran mejor que los catalanes. Presidente
Griñán:
¿Realmente le sobra tanto dinero a Andalucía?, ¿ha mirado de dónde le vienen
esos recursos?, ¿no será que se ha desviado el AVE Madrid-Barcelona hacia
Sevilla?
Cuarto y último
"problema": las consultas. Aquí se ha querido ver un eufemismo de los
referéndums. ¿Y? ¿Qué pasaría si se consultara a la ciudadanía? ¿De qué tienen
miedo? ¿De que una mayoría notable exprese unos ciertos sentimientos de agobio,
incomodidad o ahogo que le llevan a desear seguir otro camino, aunque
legalmente no le dejen ejercerlo? ¿Qué hará España si Escocia, de aquí a dos
años, elige libremente desligarse amistosamente del Reino Unido? ¿Votará en contra
de su ingreso en la UE aunque Inglaterra no lo objete?
Las mentiras, las
manipulaciones, las verdades a medias que con tanta frivolidad alimentan a la
opinión pública española sobre lo que es Cataluña no hacen más que engordar el
monstruo de la intolerancia. ¿Extraña, pues, que una personalidad que han
contribuido positivamente a la gobernación plural de España como Jordi Pujol
diga ahora que cada vez tiene menos argumentos para no comprender a los que
están a favor de la independencia? ¿Quién está alimentando el odio y la
separación pero a la vez impiden que se suelten amarras?
Lean bien esto: Si algún
día Cataluña quiere y puede expresarse libremente y vota por la independencia,
habrá sido más como respuesta al rechazo de una España excluyente que como
expresión de un deseo de ruptura. La suma del sentimiento herido y de la
cartera expoliada, no únicamente de la
cartera, no se confundan.
En uno u otro caso, el
problema seguirá existiendo. Y cuando hay un problema lo lógico es buscar las
causas y una solución lógica. ¿A qué esperan unos y otros?
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- EDITORIAL: Amamos Cataluña; no entendemos ciertas guerras...