Con
la dimisión de
Eduardo Torres-Dulce se cierra un ya largo período de tensiones
entre la Fiscalía General del Estado y el Gobierno de
Mariano Rajoy,
representado en el Ministerio de Justicia primero por
Alberto Ruiz Gallardón y,
actualmente, por su sustituto,
Rafael Catalá. No mejoraron las relaciones entre
el fiscal, un veterano de 64 años, y el nuevo titular de Justicia, que no pudo
garantizar una mejora en los medios materiales para la Fiscalía ni cambios en
el Código Procesal Penal. Pero ha sido la autonomía que el fiscal reclamaba
para su función lo que ha colmado el vaso de la paciencia de un Torres-Dulce
que llegó advirtiendo de que su misión no era seguir obedientemente los
dictados de un Ejecutivo que también aseguró, en su momento, que respetaría al
máximo la independencia de un fiscal que, es la verdad, no fue nombrado de
entre los 'incondicionales' al Partido Popular.
Torres-Dulce
se marcha -todos lo pronosticaban-tras un sonoro encontronazo con el Gobierno a
cuenta de los tiempos (y modos) de la presentación de la querella contra Artur
Mas por su participación en la organización de la consulta del pasado 9 de
noviembre. Una querella que ha servido, como era de esperar, de bien poco y que
ha 'desmoralizado' en los ámbitos de la Fiscalía general, según fuentes de la
misma. Sus encontronazos no solamente con Justicia, sino con los fiscales
catalanes, a cuenta de esta querella, también han servido para agotar la
paciencia -escasa, por otro lado-de Torres-Dulce. Y así, en una nota de dos
líneas, la Fiscalía comunicó la "renuncia al cargo" alegando simplemente
"motivos personales". Y señalando que Torres-Dulce "regresará a su plaza en la
Fiscalía ante el Tribunal Constitucional".
La
dimisión del fiscal significa un golpe para el nuevo ministro de Justicia, un
personaje prestigioso que llegó a este Departamento procedente del Ministerio
de Fomento, el mejor valorado en las encuestas gracias a su titular,
Ana
Pastor. Catalá ha tratado de hacer olvidar algunos 'deslices' de su predecesor,
Ruiz Gallardón, pero no ha logrado llenar el foso que le separaba del fiscal,
que se marcha con una aureola de dignidad y prestigio profesional. Un cambio
significativo más en este año, que ahora concluye, y que ha estado lleno de
relevos de caras, por mucho que ello disguste a un Mariano Rajoy que ha
pretendido, desde su llegada, cambiar a los menos altos cargos posibles.
Uno
de los nombres que sonó, en su día, como aspirante a sustituir a un
Torres-Dulce a quien desde hace semanas se daba como potencialmente dimitido
era el del juez
Fernando Grande Marlaska, pero lo cierto es que, en los últimos
tiempos, esta candidatura perdió fuerza.
-
Dimite Torres-Dulce como fiscal general