Ahora que me va llegando la
hora de los recuerdos, diré que he seguido muchas veces y mucho los avatares de
nuestros políticos. Me gusta colocarme de mirón y anotar las reacciones que el
personaje suscita entre quienes le rodean, sean partidarios o indiferentes:
raras veces se mezclan con quienes les son hostiles. En esta hora de 'selfies',
he comprobado que, por ejemplo,
Pedro Sánchez despierta mucho más las ansias de
los coleccionistas de imágenes con famosos que, por ejemplo,
Mariano Rajoy.
Claro que Rajoy, incluso en los mítines entusiastas, se acerca poco al público.
No sé sobre
Pablo Iglesias, la verdad, pero también he comprobado que
Albert
Rivera, que es la otra estrella ascendente en el firmamento de la política
nacional, suscita una cierta lejanía respetuosa entre quienes le rodean: por
alguna razón, no despierta la camaradería que, sobre todo en el personal
femenino, anima a los/as seguidores/as del secretario general socialista. Y
esto que digo, por supuesto, no significa nada más allá de lo que digo: ¿una
mera frivolidad? Bueno, al menos es sintomático del grado de simpatía que
despierta una determinada personalidad.
Este martes, tuve la ocasión
de compartir dos horas de almuerzo con el Rey. No había podido mantener una
conversación con el jefe del Estado desde su entronización, allá por junio,
hace apenas nueve meses. Fue con motivo de una entrega de premios a proyectos
innovadores de universitarios, un acto en cuya organización yo participaba. Ya
sé que no es costumbre divulgar lo que se habla con un Rey, aunque el encuentro
no sea, y en este caso no lo era -compartíamos una mesa de doce personas, yo a
su izquierda-, estrictamente privado. Sí diré dos cosas: primero,
Felipe VI
está en plena forma. Y, segundo, es Rey también de los 'selfies': los jóvenes
premiados -y algunos premiantes, no tan jóvenes-- se arremolinaban en su torno
aspirando a hacerse, como fuera, una fotografía con el Monarca.
Sobre el primer punto, nunca
oculté mi admiración por la figura del ciudadano Felipe de Borbón: jamás vi a
nadie tan dedicado al ejercicio de su profesión, la de Rey en este caso. Pocas
veces he visto a alguien con tantas condiciones para el desempeño de un cargo.
Espero que nadie me considere un halagador profesional: ¿por qué halagar a
aquel a quien, de todas maneras, todos halagan? Pero debo decir que le encontré
más seguro que nunca, perfectamente informado hasta de minucias, bastante
optimista y con un sentido del humor que no le imaginan quienes no han tenido
ocasión de tratarle. Tengo la impresión de que Felipe de Borbón, en quien
concurre la circunstancia de ser y llamarse Felipe VI, piensa que su reinado va
a ser largo y útil, por muchos avatares que obstaculicen el camino y por mucho
que sabe que habrá de ganarse el puesto de trabajo día tras día. Se lo gana: no
le he visto cometer un solo error desde hace muchos años. Yo creo que está
optimista sobre el futuro, tanto por lo que se refiere a la unidad de la patria
como a la gobernación de la misma. Insisto en que no se puede, ni se debe,
desvelar lo que te cuentan en el marco de la intimidad, que no ya de la
confidencialidad: pero siempre salgo con la sensación de que el Rey piensa
cosas muy semejantes a las que uno piensa, y eso, claro, es reconfortante.
Acerca del segundo punto, vi
lágrimas de emoción -algún testigo no me dejará mentir-en los ojos de un joven
estudiante, uno de los premiados en el 'acto emprendedor' celebrado en la Casa
de América, cuando dio la mano, con una ligera inclinación de cabeza, a quien
encarna la jefatura del Estado. Era -ya digo: había testigos-un joven con una
larga coleta, y estoy seguro de que no tiene más identidades que esa con algún líder
político de quien, por cierto, me cuentan que a alguien le ha dicho que Felipe
de Borbón sería un excelente presidente de la República española. Un
sinsentido, lo sé, pero ese líder al parecer reconoce que, humanamente más que
investido como Rey, la popularidad del ciudadano Felipe de Borbón supera con
creces a la de todos los políticos al uso y a la de los que no están tan al
uso.
Siempre, incluso cuando en
años mozos milité en alguna formación de izquierda republicana, me he declarado
más monárquico -no juancarlista-- que republicano. Tenemos ahora, lo comprobé
nuevamente este martes, un excelente Rey, que en nueve meses ha hecho más por
la causa monárquica que legiones de habsburgos y borbones serpenteando por la
Historia. Equivóquese llamándome, si usted quiere, pelota. Pero tengo que decir
que pienso que Felipe VI es uno de los más importantes activos -no nos sobran--
que en estos momentos tiene España. Y así lo cuento, porque me
parece un hecho relevante en estos momentos de confusión, elecciones y sondeos.
Algo tendrá el agua cuando la bendicen y algo tendrá la persona con la que
todos quieren, a toda costa, hacerse un 'selfie'.
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